El balance (I)

Son muchas las ocasiones en que las construcciones teóricas escalan tanto que acaban olvidando a lo empírico. Con una idea entre ceja y ceja, buscamos e indagamos aquellos perfiles que, por difusos que sean, encajan en nuestras proyecciones. El resultado suele ser un ejercicio de voluntad que ignora realmente los parámetros en que se movió aquello que intentamos discernir. La temporada 2011- 2012 del Caja 3, sin embargo, invita a realizar ese camino en el sentido opuesto. Es decir, procurar no sintetizar tanto el análisis en ese puesto histórico que ha sido la quinta plaza, y calibrar, por el contrario, aspectos no tan halagüeños.

Porque si bien no hay que restar mérito alguno al logro, es innegable admitir que el nivel general de la liga Asobal y del Caja 3 Balonmano Aragón respecto a anteriores campañas ha disminuido. Eso lo dicen los puntos, el dato más asimilable a la objetividad, que han vuelto a niveles de hace dos años, cuando fuimos séptimo con uno menos (31). Los 32 de esta temporada nos han hecho ser quintos y el año pasado, cuándo marcamos el record de los cuarenta para acabar sextos, si que cabe señalar la excepcionalidad que supuso el estrecho margen de puntos entre el tercero y nosotros, únicamente tres.

Esto nos debería llevar a pararnos cuál ha sido, al menos en horizonte, el objetivo de la formación naranja desde que alcanzó la zona noble de la Asobal. Se lo preguntábamos allá por Septiembre a Mariano Ortega, cuándo cerca del comienzo de liga poníamos sobre el tapete qué pasaba con Ademar y Valladolid, los cuales habían sentido muy de cerca nuestro aliento el año anterior. Es cierto que las distancias no son las de antaño, cuándo ambos solían ganar sin bajarse del autobús, pero no deja de ser útil considerar a ambos, y a sus registros, auténtica referencia fiable de lo que sería un verdadero salto cualitativo, no tan expuesto a vaivenes como la irregularidad de un Naturhouse o un Granollers, o la implosión de un histórico como Portland (Amaya Sport).

Así, apostando por puntos y no por puestos, Valladolid y Ademar, un año uno y otro el vecino, se mueven en una media de 42-43 puntos, auténtica barrera de categoría social. Evidentemente, lo que supone ganar alrededor de una veintena de partidos es el máximo exponente de dónde nos estamos moviendo y de lo que significa minimizar errores. 18 victorias y cuatro empates cosechamos el año pasado, mientras que en este 2011- 2012, 16 victorias y cero empates suponen un drástico alejamiento de la cota siguiente. Debemos tener en cuento el hecho de no haber disputado competición europea el año 2010- 2011, fuente de energía pero también de desgaste; sin embargo, los números no están por la labor de engañar y, más allá de grandes partidos como el de Porec o Brest, en la competición casera nos ha sobrado una recta final de liga dónde cuatros derrotas seguidas han empañado lo que podía haber sido un año más completo.

Es evidente que no contábamos con los puntos del Atlético pero Amaya Sport, Valladolid y Huesca debían haber sido una exigencia si se quería estar en la brecha hasta el final y no mirar el retrovisor a ver si los rivales del Ciudad Encantada se portaban. Aparte de que se haya confirmado que Pamplona es nuestro sitio non grato, tanto de visitantes como de anfitriones, no merece la pena insistir más en puntos como los de Helvetia Anaitasuna, pues se parte de la falsa premisa de que no hay otra posibilidad que no sea ganar. Por suerte, el deporte entiende de favoritos pero no de predeterminaciones, de manera que las diferentes historias que se dibujan cuando suena el pitido inicial otorgan una capacidad a ambos equipos que los hace dueño de sus destinos. En ellos, el Caja 3 Balonmano Aragón ha pintado una estampa inacabada, un claroscuro dónde elegir el matiz.

Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz