La temporada se terminó, pero todavía hay mono de crónicas así que detallaremos el épico encuentro acontecido hace unas madrugadas, aunque para mas veracidad realmente esto debería relatarlo alguien que lo hubiera visto desde fuera y no un jugador de campo, quizás el que nos embarcó en esto y luego no se atrevió a vestirse de corto, y no miro a nadie...; pero en fin no fue el único que no dio el salto a la pista (verdad
padrino), confiamos que en próximas citas se animen mas
artilleros.
Durante la tarde los
artilleros, ávidos de gloria balonmanística, iban llegando a
Maristas, pronto se instalaron en el Bar, no por las cervezas sino porque fuera llovía con ganas y no era plan mojarse antes de la contienda, pronto comenzó la típica conversación de cazadores pero esta vez a la inversa: yo no juego hace 15 años, yo hace 23, yo hace 40, yo nunca he jugado a esto….Todos presumiendo de lo suyo.
La hora del Partido se iba acercando, así que los artilleros tomaron la decisión correcta para preparar el partido de sus vidas: Ir a Cenar; eso sí, pasta, como los deportistas, y vino, como los no deportistas. Pronto entró la cordura y cuando los postres aparecían yá por la mesa, alguien dentro de sus cabales frenó la petición. Había que marcharse porque literalmente, no llegábamos, en esos momentos de exaltación de la cena se formaron dos bandos: los Líquidos, partidarios de la Lluvia y el Vino y los Sólidos: férreos partidarios del balonmano y del deporte, aunque sea nocturno.
Porque la
Artillería quería jugar de noche, como
Lorenzo en
Losail y como
Alonso en
Singapur, para así probar uno de los pocos horarios que todavía no se han atrevido a ponernos en el
Felipe. De noche, al aire libre y con agua, como el balonmano de verdad.
El rival antes de empezar el partido ya pidió clemencia y solicitó refuerzos para el Bando de
Veteranos de La Salle, veteranos muy jovencitos en algunos casos la verdad. Tres pesos pesados de la
Artillería (pesados por su valía, me refiero) reforzaron al rival, y nos costó caro!
La verdad que ni los más previsores esperaban tener tanto
artillero, teníamos un banquillo repleto, deseando saltar al campo, mezcla de Juventud, experiencia e inexperiencia absoluta, Los no profesionales no tenían nada que envidiar de los pros del equipo, si teníamos hasta 3 porteros de garantías! Cuanta ilusión puesta, algunos parecían chiquillos de escuela esperando una miradita del cuerpo técnico y su salto a la pista con el correspondiente minuto de gloria.
La
Artillería comenzó golpeando, salió muy tranquila con sus tres refuerzos de última hora que presagiaban un partido tranquilo, un servidor abrió el marcador jugando en el Lateral zurdo cual
Iago Muiña y celebrando los goles con el mismo ímpetu que el del gallego, la combinación con el extremo
Plasneón hacía mucho daño a los veteranos rivales, este pequeño
Talgo galopaba con la misma ilusión que un niño y al final del partido se quedó con ganas de más.
La Salle no veía puerta, normal, tenía en frente un muro, un muro que apareció donde nadie lo esperaba, en la portería, al mando de uno de los
Benos qué bordó unos porcentajes alucinantes. El rival veía blocados un intento tras otro, el portero con un dudoso estilo tanto en la vestimenta como en las maneras cual portero de futbol playa empezaba a desesperar al rival que no vio más que una salida al atolladero en el que se había metido, lanzar a la cara! Un balonazo lleno de rencor golpeo a un portero que encontró la excusa perfecta para no volver a la pista y guardar sus paradas para otro momento, se retiraba en el momento cumbre de su efímera carrera como guardameta artillero pero sabiendo que los otros dos candidatos para cubrir la puerta lo harían con solvencia.
Jesusín se puso bajo palos, pero él lo que quería era golear, que un día es un día.
Los minutos pasaban, la artillería se atascaba, y la euforia inicial se trasformaba en un decepcionante
3-6, momento en el que el tándem
Espíritu-El Juli, pidieron tiempo muerto, tarjeta verde en mano cambiaron los ritmos del encuentro, metieron sabía nueva y zasss parcial de
3-0, que aprendan algunos para lo que sirve un time-out.
En el centro de la defensa
Kos Vete Ya sembró el terror, es tan completo este hombre que hasta se trajo un amigo para pegarle y un vecino mío para guardar la puerta, como bien nos aseguró, hace 20 años su colega era buen portero y lo sigue siendo, ¡como se esgarra el amigo! La verdad que nuestro
“Kos” es un defensa de garantías, nuestro
Abel Lamadrid particular, capaz de voltear a cualquiera. Junto con
Del Valle cerraban las puertas a cualquiera que osara acercarse por los seis metros.