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domingo, 1 de noviembre de 2015

Limitados

Foto : Nuria Soler (www.elperiodicodearagon.com)

La previa tenía aire de ser jugosa. El Ciudad Encantada venía sin sus dos porteros y el Aragón, después de haber encadenado dos triunfos seguidos, parecía tener al alcance de su mano un tercero que le diera un definitivo poso de cara a las jornadas venideras. Cuatro paradas de cuatro lanzamientos para el juvenil Casas debería haber sido un buen antídoto para esa supuesta complacencia. Finalmente, han hecho falta minutos, alrededor de cincuenta, para comprobar que el repertorio del que se dispone hace ilusoria cualquier supuesta facilidad.

Desde luego, el Ciudad Encantada va a ser compañero de bajos fondos, de ahí que la derrota de esta mañana (28-32) haya sido más picajosa. La manera elegida para hacerlo ofrece serias dudas sobre el carácter del Aragón. Precisamente tener carácter es una virtud muy necesaria cuando, por motivos deportivos, debes recurrir a dosis de empuje, garra y voluntad infinita. Cuando el partido ha marcado el tiempo de las verdades (min 43; 19-19), el Aragón se ha diluido, se ha empequeñecido, se ha mostrado como un equipo vulgarizado. No es una cuestión de balonmano, pues de eso ninguno ha puesto demasiado en todo el partido, es una cuestión de idea o de ideas. Si es una sola, se cree en ella y se va hasta el final. Sin adornos innecesarios pero con mucha mala ostia. Si son varias, se gestionan, se proponen o se utilizan según el caso; se acierta o se yerra. En lo que respecta a los azules, ni una cosa ni otra. Una performance tan innecesaria como vana a la que el Ciudad Encantada le ha hecho un alicatado de simple garra. Ya saben, una idea. Tan sólo una idea. En el minuto 55 (24-27), el destrozo ya llevaba unos minutos hechos.

Y eso que en la primera parte, maldito espejismo, pudo el partido romperse un par de veces a favor de los locales (min. 16; 8-6). No supo el Aragón hacerlo, la mayoría de ocasiones por errores no forzados. Pero parecía evidente que la jerarquía era azul en medio de una cochambrosa defensa conquense, cuyo centro era un sitio ideal para tomar un café mañanero. Así lo leyeron Lancina y Demetrio. Así de fácil. Sólo el turiasonense Tolmos, jaleado por una grada amiga, amagaba y daba desde nueve metros. También sólo con eso el Ciudad Encantada cerró el primer tiempo en el partido (15-14).

La segunda parte no se atrevió a mejorar lo visto hasta el momento. Por un momento, pudimos imaginar un final igualado, de infarto, de últimas pelotas que pesan por un instante más de lo debido. Un mano a mano entre dos escapados que no hacen más que mirar el retrovisor. A lo que el Ciudad Encantada buscó el siguiente relevo, el Aragón ya había entregado la cuchara. Tuvo tiempo, pues, de levantar las manos y enseñar el maillot, para regusto de sus incondicionales. Un par de datos: El parcial de 0-3 que ha puesto definitivamente por delante a los visitantes ha tenido exacta correspondencia en el número de blocajes recibidos por Demetrio en esas mismas jugadas; dos latigazos, muñeca mediante, de Ponciano han encontrado la malla sin que nadie pudiera hacer su par, Fuentes.

Aún pareció que el experimento con Cartón podía funcionar, poniéndonos a un gol (21-22 en el minuto 50), pero sólo ha sido un mímesis de lo acontecido frente a Guadalajara. Lógicamente, con un final menos rebuscado. Extrañamente, ya a aquellas alturas del tinglado, Lancina hacía tiempo que no ingresaba en el partido, supongo que por las únicas razones que pueden ser, físicas. El correcalles final sólo ha servido para hacer más visible una pésima gestión de los últimos quince minutos, donde ni la cabeza ni las piernas, siquiera el alma, han acudido para poder discutir los dos puntos. Escasas rotaciones, fuelle condicionado, evidencias palpables sobre las dificultades defensivas de algunos jugadores (y el empeño en insistir en ello) y, tal vez lo más preocupante, una absoluta falta de balonmano cuando los conquenses han salido de la cueva para dificultar los lanzamientos de nuestros laterales. En medio del marasmo y sin segunda línea a la vista, el equipo ha acabado colapsando.

Es posible que un partido entresemana no haya ayudado. No obstante, parece más evidente que esto es lo que hay. Así que, explotemos ese idea, pero con la convicción del que se sabe condenado. La convicción del que con el último que negociaría es consigo mismo. Solamente desde ese punto de partida, podremos discutir, sin estar perdiendo el tiempo, sobre qué defensa utilizar o a quién rotar.




Fdo.: Álvaro Lombardo Sáez

P.d.: Amigo Jorgete, cuando quieras esperamos tu entrada en el blog. Bastará con mandarnos un correo. 

martes, 20 de octubre de 2015

A brazo forzosamente cambiado

Foto: heraldo.es

32-29. Los dos primeros puntos de la temporada se quedaban en Zaragoza después de siete envites. Los abrazos y los saltos de los chicos delataban la trascendencia de lo conseguido y la peligrosa dinámica en la que nos podríamos haber introducido si Guadalajara hubiera mojado para el Pilar. Esta es la parte fácil de la narrativa: dos puntos en la primera final del curso y a pensar en que ahora viene la parte más llevadera del calendario. No obstante, y en pos de comprar los apósitos antes de que vengan las ampollas, la lectura debería ser más crítica.

Minuto 43 de partido. 20-23 a favor del Guadalajara y Álvaro Fernández detiene en su escenario favorito, los seis metros, una pelota que habría sido una losa considerable. No es la acción de un Álvaro que firmó unos números globales notables el punto de fricción, sino la sensación de que el partido se encontraba entonces en punto muerto sólo para el Aragón. Y salimos del atolladero firmando unos últimos quince minutos donde se dobló a los alcarreños (12-6). ¿Dónde estuvo la pócima de Panoramix? ¿Acaso existió? Cuando mas atascado estábamos en ataque, cuando tan sólo la fortuna nos sostenía para que las pelotas llegaran llorando al extremo, cuando el Guadalajara más cómodo se sentía, se invirtieron las tornas. Cartón en la lateral zurdo y Ariño en el diestro lograron filtrar la supervivencia del Aragón por esta vez.

Desde esta lógica seguida, la batalla táctica cayó del lado de los locales. A ello contribuyó un Cesar Montes que, poniendo a sus dos centrales en el tapete, se dejó llevar por las prisas cuando más le vestía la pose. La defensa 5:1 del Aragón, tan endeble, sacó petróleo y contribuyó  al barullo para que, pasito a pasito, el ataque desarbolara con paciencia a un Hombrados cuya segunda parte seguramente necesito un recambio desde el banquillo.

Antes, el guión había transcurrido por subidas y bajadas. Un poquito de Hombrados y con un descarado Marquez a brazo cambiado, el Guadalajara había amasado sus primeras ventajas (4-8; min 12). El Aragón reaccionó, casi sin enterarse, de la mano del eléctrico Lancina y, pese a las severas exclusiones de una pareja arbitral no metida en el ambiente festivo, la tónica de igualdad reinó hasta el descanso (15-14). El paso por los vestuarios entonó a los visitantes, que cerraron su 6:0 amparados en su superioridad en kilogramos y en la ausencia de un Demetrio lastrado por las exclusiones. Se pasó en apenas trece minutos al ya conocido 20-23 y parecía que desde el banquillo, Michel Martín ya había encargado el desfibrilador. Ya sabíamos que el apellido de la marca del aparato en cuestión era Ariño, pero nos sorprendió que viniera asociado con otro apellido ilustre, aunque por otros lares del 40x20: Cartón.


Esta vez salió la aventura. No hace falta hacer comparaciones con otros años. Todos sabemos lo que hay y lo que va a tocar sufrir. Pero no obviemos el relato complejo. Una defensa 6:0 con Lancina y Sorli en un costado, o con el mismo Fuentes (el otro día, eso si, infalible ofensivamente) es un bocado demasiado apetitoso para cualquier Chema Márquez que se precie. Falta más agresividad o tanta como piernas, falta frescura pese a que el viernes se rotó un pelín más con Arnillas al principio y Castro al final. Y los experimentos en ataque cabría hacerlos con gaseosa Borja Lancina, porque es indiscutiblemente el jugador que más airoso va a salir de la misión que se le encomiende, por extraña que sea la lateralidad. Mientras, cultivaremos las dos versiones del evento, porque los dos puntos, cabría no olvidarse de ello, se quedaron en casa.





Fdo.: Álvaro Lombardo Sáez.

lunes, 12 de octubre de 2015

Un año después

Foto Heraldo.es

Seis jornadas, cero puntos. No hace falta que rememoremos una historia ya conocida.

Escribo con cierta decepción, con la acritud que me produce ver que cada vez el balonmano de élite en Zaragoza ilumina con menos fuerza. No es una cuestión ya puramente deportiva sino de ambiente. Apenas quinientas personas en el pabellón, las noticias con cuentagotas en los medios de comunicación, la sensación de no haber aprovechado por las circunstancias que sean la inercia tan maravillosa que se creó con la remontada del año pasado. Y llegados a este punto, aunque el guión se asemeje, parece que faltan mimbres para que la trayectoria vuelva a calcarse. La llegada al marco de Jorge Gómez y una posible victoria contra el Balonmano Guadalajara pudieran contradecirme. Tal vez. Pero de lo que aquí estoy hablando va más allá de elementos tangibles e igual simplemente estoy haciendo un ejercicio de exorcizar mis propios miedos, que creo compartidos. Miedo a hacer de la resistencia un lugar de mediocridad, algo que sería imperdonable porque resistir siempre tiene algo de mágico, siempre es una victoria.

Seguramente con estas líneas este intentando ir río arriba y quitarme, en la medida de lo que me toca, ese aire de resignación a apagarse poco a poco. Antaño este blog fue epicentro en la red de lo mucho que se hablaba y se decía del Balonmano Aragón. Hoy, doce de Octubre, me he acordado de que yo también estuve aquí y no me ha dado la gana de dejar pasar el recuerdo como si volara hacia lugares más soleados. No he querido entre otras cosas porque no me he cansado de decir que, con todo lo que hemos vivido con los chicos de naranja, la temporada más gratificante fue la pasada. La difícil. La que nadie contaba siquiera con ella. La que demostró porque el deporte es grande y nos hace grandes. La más humana y la más miserable, anverso y reservo. Así que, allá vamos.

Entraba dentro de la lógica perder los cinco primeros partidos contra los cinco primeros clasificados la temporada pasada. También era verosímil perder en Huesca. Y que nadie descarte que el Guadalajara de JJ Hombrados nos tuerza el morro este viernes. Exceptuando los tres primeros partidos, se ha competido en todos y se han podido amarrar puntos si no fuera por algún nombre propio como Yeray Lamariano. Pero ya sabemos que, siendo escrupulosos, cuenta lo numérico y de eso no hay rastro. Y no se hasta que punto jugar con nueve jugadores ayuda a un equipo que propone un balonmano rápido tanto en sus acciones ofensivas como en sus defensa abiertas. La necesidad de mantener un nivel físico alto se evidencia como innegociable y es cierto que los cambios defensa-ataque no pueden, en esta tesitura, ser numerosos. Pero creo que Sorli no es un jugador para el avanzado, que Pedro Fuentes sufre más de lo debido en el dos y que si miramos al banquillo seguro que nos encontramos con gente muy válida.

Con el refuerzo de Jorge Gómez para apuntalar una portería donde Julio bastante está haciendo en sus condiciones, el equipo va a ganar. Es indudable. Pero tal vez Alex Egea o Sergio Garcia puedan y deban jugar muchos más minutos, tanto en ataque como en defensa; Arnillas, Alemany y Ariño tienen peso para armar una defensa contundente y con movilidad. Así, tal vez se liberen los brazos de Demetrio o Vidal allí cuando los minutos ya son una carga considerable. E incluso Juande Linares se desmelene, porque ha dejado ya algún apunte más que interesantes. Otro día hablaremos, largo y pausado, de Borja Lancina porque con menos de metro setenta se puede no ser extremo y pensar y actuar dos pasos por delante de los que te rodean.

El viernes estaremos en el siglo XXI. Ganemos o no, rotemos o no, estemos alicaídos o no. Estaremos porque uno al final acaba sabiendo donde tiene que estar.






Fdo.: Álvaro Lombardo Sáez

P.d.: Bonito detalle de los dos clubs con nuestros amigos los Hispanos del Carmen.


sábado, 25 de abril de 2015

Y una final fue


Con todos los ingredientes que correspondían y con un resultado que, pese a repartir los puntos (29-29), fue vitoreado por la ruidosa y descentrada afición conquense y recibido con cara de circunstancias en la parroquia local. Como avisábamos ayer, quién creyera que las trayectorias opuestas de ambos equipos invitaban a intuir un triunfo sencillo no había entendido nada. El diálogo era al borde del abismo y ahí no valen las exquisiteces ni las razones. Sangre y corazón en estado puro y, de eso, ha puesto arrobas Ciudad Encantada en la segunda parte.

Porque, hasta el descanso, un parcial de 18-15 marcaba un camino ventajoso para el Aragón gracias a ese tanteador y a dos exclusiones que dejaban a los visitantes con cuatro jugadores para el regreso de los vestuarios. El guión había mantenido durante los primeros treinta minutos al conjunto azul por delante en todo momento, aunque bien es cierto que sin rentas sustanciosas. Faltaba la frescura y la claridad de de ideas en ataque de otros días, sin extremos y sin línea de pase con Val. Pero bien es cierto que Cuenca apenas salía de las acciones uno contra uno de Renaud y algún misil tierra aire de Bungué. En esos duelos de llaneros solitarios, estaba claro que el Aragón llevaba las de ganar debido a su mayor talento individual.

Entendió Ciudad Encantada el mensaje, sintió el aliento de las parcas y murió en su línea de seis metros. Frade y Vidal cerraron las conexiones con el pivote y los laterales se multiplicaron en las ayudas. No es que se le hiciera de noche al Aragón en ataque, demasiado empeñado en circular hacia el centro, pero cada vez costaba más sacarle los colores a un Oliva que se crecía por momentos. Realmente, hasta el minuto 45 no logró el Ciudad Encantada empatar a 24 pero el nuevo atrezzo pintaba mal: marcador ajustado al final, nervios, inercias opuestas…Y peor se puso (min 46, 25-27). El Cuenca dispuso de un ataque para irse de tres pero el temblor de manos acuciaba ambos banquillos.

Demetrio y Ferrer tuvieron que disparar para evitar el ahogamiento. Pero no hubo ni catarsis ni resurrección. El tanteador volvió a igualarse en el minuto 22 (25-25) y las señas de identidad se mantuvieron hasta el final. Ciudad Encantada, con cierta permisividad arbitral, salía al contacto como quién parte al frente mientras que en la orilla opuesta las dos exclusiones de Val en defensa condicionaban una defensa 5:1 con unos agujeros que las intervenciones de Julio no lograban tapar. Habría que agonizar para rascar y en eso Ciudad Encantada nos llevaba ventaja.


Tiempos muertos, ataques largos donde los pasivos eran relativos según el área y duelo de errores no forzados que sumaban a las estadísticas de las porterías. Por un momento, tras romperme las manos aplaudiendo la enésima de Julio, pensé que este artículo llevaría por nombre Julio Iglesias, no se si por lo melódico o por los milagros. Obvié que la lectura del encuentro no era para héroes sino para bregadores. El Aragón llegó a los últimos quince segundos uno arriba, con un penalti cosechado y transformado por Val, pero no supo defender su ventaja: Vidal ametralló con demasiada facilidad desde siete metros e hizo algo que no se si se puede llamar justicia. La prórroga de la final queda pendiente para las tres jornadas siguientes.



Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz.

viernes, 24 de abril de 2015

La última patada


A falta de mayor dedicación y espacio en los medios de comunicación jerárquicos de la región, siempre queda un hueco en este blog para asumir los momentos trascendentales del Balonmano Aragón. El de este sábado a las 19 horas se antoja como tal, un enfrentamiento con el GlobalCaja Ciudad Encantada de Cuenca que, avatares del deporte, ha pasado de ser importante a no tener retorno. Ganar significaría la salvación oficiosa, algo alucinante después de una temporada definida como contracorriente; no hacerlo sería una carambola extraña pero no descartable, como nada en el deporte. Quedarían tres cartuchos más, pero la sensación de no sellar lo que está en tus propias manos deja expedito el camino al lamento.

Recién estrenado Septiembre y el milagro de la continuación en Asobal, un equipo enteramente de la casa, con excepción de Asier Antonio, empezaba con el trámite de Barcelona para levantar expectación la jornada siguiente ante el debut casero frente a MMT Seguros Zamora. Las diferencias aquel día entre la primera y la segunda parte evidenciaron qué era presente y qué podría ser futuro. Como todas las malas rachas, se encadenaron de manera acumulativa las derrotas. Salvo la agónica victoria del Juanfersa Gijón en el siglo XXI, el resto del saldo negativo fue inapelable. La situación era realista: no había para más. ¿O sí? Empezaron a moverse fichas y, como si de alguna película de acción, viejos compañeros de batalla en una liga antaño elitista descolgaron sus zapatillas y se encomendaron a un último servicio. Demetrio Lozano, desde el banquillo a exhibir cómo se puede seguir impartiendo magisterio con cuarenta tacos, y Julio Rodríguez, del que cierto cronista escribió que sabía hasta el color de la ropa interior de los lanzadores a los que se enfrentaba, apuntalaron un equipo que llevaba siete jornadas de desventaja.

Un punto sorprendente en León, un triunfo sobre uno de los mejores equipos de Asobal como es el Anaitasuna, hasta tres derrotas por un gol y tres puntos obtenidos frente a Huesca y Benidorm cerraban la primera vuelta con un hilo de vida. Todo seguía pasando por una segunda vuelta superlativa que recuperará las distancias perdidas al principio, y se lanzó la última ficha al tablero. Llegó Álvaro Ferrer ante la baja de Asier Antonio, dispuesto a hartarse de darle pelotas al casetero más aventajado. Desde ese momento hasta el día de hoy, sólo ha ganado el Barcelona en el Siglo XXI. Sobran los comentarios. El Aragón se metía desde su feudo en la pomada, incluyendo dos puntos muy relevantes en la cancha de Zamora en una especie de homenaje tardío a aquella primera parte de Septiembre.

Con toda la inercia positiva descrita, el Aragón seguía anclado en el penúltimo puesto, plaza que conlleva el descenso directo. El simbolismo de verte al otro lado de la línea roja seguramente necesitaba de un galope concreto, certero, sorprendente. Dos días en la ría de Vigo, por ejemplo. En la cancha del Cangas, uno de los mejores equipos que han pasado por Zaragoza, un bloque compacto con los conceptos tan claros como su humildad, el Aragón reventaba las previsiones y ganaba 31-34. Unido a la derrota del Ciudad Encantada, el Aragón salía por fin del descenso y colocaba el partido de este sábado en un plano cualitativamente distinto: el de la vida, que por sí mismo supera a cualquier otro.

Curiosamente, la trayectoria de Ciudad Encantada es inversamente proporcional a la del Aragón, con tan sólo una victoria y dos empates esta segunda vuelta. No obstante, si para nosotros es el partido de la vida, los conquenses lucen la ausencia de cálculo de la muerte. Zaragoza es la última estación para evitar el descalabro y, sobre todo, rearmarse moralmente puesto que MMT Seguros Zamora continúa en la lucha. Son peligrosos, aún sin Balaguer y Mendoza, porque han llegado a esta cita conscientes de estar peor de lo que creían. Todo lo que no sea jugar con la tensión de una final será nefasto para el Aragón. Disponemos, con un pabellón a una sola voz, de sesenta minutos para condensar un final a la temporada más bonitas de esta última década. Para explotar de trabajo bien hecho. No será porque no hemos tenido días y partidos inolvidables en los últimos tiempos pero todos sabemos, los que aguantamos ahí, que lo de este año es, como los recuerdos en blanco y negro, para siempre. 





Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz


domingo, 22 de marzo de 2015

Detalle a detalle

Foto : heraldo.es

Sin echar un vistazo a las estadísticas de años pretéritos, me atrevería a decir que la salvación este año en ASOBAL va a cobrarse cara, muy cara. Nuestro Balonmano Aragón no ceja en la puja y tengo la firme convicción de que el nombre antaño naranja y ahora azul no reblará. El argumento de esta creencia se autotitula siglo XXI, escenario donde, con la de ayer, ya hemos visto desfilar tres victorias consecutivas. Seguimos en puestos de descenso pero enganchados a la bombona de oxígeno. El equipo crece aunque, en medio, se mezclen escenarios inverosímiles patrocinados por duetos de gatillo fácil.

Cuando restaban diez minutos para la conclusión del envite frente a Abanca Ademar de León, clásico dónde los haya, tuve la sensación de que el final, más allá de la ventaja que reflejaba el marcador (34-31), iba a ser una lotería. Lo que desconocía era el carácter volátil de ese azar que impulsaban los colegiados catalanes. Dieciséis exclusiones fueron el bagaje de un arbitraje demasiado protagonista, demasiado amoldado a un partido sin ley y sin defensas. Tal vez la última jugada, un regalo en toda regla al Aragón, fue el colofón a un sabor agridulce porque, si bien es un lance más en medio de una vorágine de sesenta minutos sin estructura alguna, parece evidente que al Ademar le guindaron un punto. En este blog no se han asimilado nunca las medias tintas.

Antes de llegar al estrambótico final, el Aragón había gestionado los últimos minutos de una manera catastrófica, cayendo presa de la defensa abierta e individual que plantearon los leoneses. Se evaporaron en tres minutos tres goles que se habían construido anteriormente con mucho empeño y tocó someterse a los designios del sufrimiento. Las paradas de Álvaro Fernández y los consiguientes aplausos se oponían a la muñeca infalible desde los siete metros de Carrillo, las acometidas de una primera línea aragonesa mejor gestionada esta vez desde el banquillo tenían su contrapunto en los problemas que generaba en seis metros el brasileño Almeida.

Visto así, parece que las fuerzas estaban emparejadas. Sin embargo, en los parciales el Aragón siempre retuvo ventaja, aunque fuera mínima. Es posible que ese aliento, esa fe inconmensurable que han conseguido la conjunción de veteranos y chavales, fuera más potente que un Ademar que apesta a fin de ciclo. Los detalles a veces delatan flujos más internos y el hecho de que Almeida tenga que ser sacado en camilla ayudado por jugadores del Aragón mientras los suyos miran, e incluso que Vejin juegue cojo y pida el cambio sin recibir respuesta pueden decir más que el propio balonmano.

Si hablamos de balonmano, sólo deberíamos hacerlo de ataques. Unos porteros invalidados sea cual fuere la modalidad de unas defensas contemplativas permitieron los lucimientos individuales y colectivos. Desfilaron Del Valle, Vejin,  Demetrio, Kristensen y Millan desde el extremo, para deleite del respetable. Si se para uno a examinar esta pasarela y añade a la pareja arbitral, se atisba un poco más inteligible el devenir del partido, incluido su final. Aunque quizás fueran esos detalles de los que hablábamos más arriba, esas lógicas internas, las que determinaran que los dos puntos, fuese el que fuese el modo, se quedaran en Zaragoza y nos permitirán seguir en la brecha una semana más.






Fdo.: Álvaro lombardo Sáenz

domingo, 23 de noviembre de 2014

El escalón de abajo

Foto : Heraldo.es

La realidad es, mucha veces, un grueso muro con el que preferimos golpearnos antes que buscar otras opciones. Ella está ahí, inmutable, para equilibrar cualquier salida de tono que uno pueda desarrollar. Tozuda, como el centro de la defensa del Cangas, una multiplicación de piernas, brazos, contactos y desplazamientos contra las que el Aragón ayer chocó con insistencia. Otro ángulo de esa misma realidad, compartiendo escenario y protagonistas, lo confeccionó David García, que cosió y descosió a su antojo al centro de la defensa local.
No es que el Aragón se empeñara en darse de bruces. Es que no tiene más sitios donde agarrarse. Justo al contrario que el Cangas, cuyos recursos no son los de un equipo de abajo. Con esta premisa fundamental, se desarrolló el partido: el Aragón un paso por detrás, ya fuera en forma de dos o tres goles. Un espejismo de cabalgada hacia la remontada que, salvo inmolación de los visitantes, no podía llegar.
Dejarse la vida en cada acción, como aquél que salta de una trinchera, es un modus operandi que tiene sus limitaciones. Entre ellas, la inoperancia en la circulación del balón que olvida que existen los extremos. Ya sea Juan Castro, ya sea ese raudal del aire fresco que es Javier Ariño, el Aragón necesita un criterio en la posición de central. Ayer, el caos en la búsqueda de la mano, que no muñeca, de Val facilitó la ya de por sí aguerrida defensa de los Eijo, Cerqueira y compañía. Si a eso le añadimos la gran actuación de Mijuskovic repeliendo pelotas en los seis metros, se hace más fácil de entender el contrapié a lo largo de los sesenta minutos.
No podemos pensar en cuál es la liga de nuestros rivales. La situación crítica, donde por momentos parece que Aragón queda descolgado junto a Juanfersa Gijón, exige evitar categorizaciones y abarcar con todo, alma y cuerpo, los partidos. Eso ha demostrado el Aragón que lo maneja a la perfección. El equipo con Demetrio y con Julio es competitivo. Van a venir victorias a buen seguro. Ahora tal vez la ecuación resida en saber si serán suficientes. La ilusión es la misma que el día del Anaitasuna pero los argumentos deportivos son los que, definitivamente, dirán del músculo que puede lucir el Balonmano Aragón en esta liga desmadejada.

Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz