¡Al carrer!

Escribir la previa de un partido en Barcelona es como querer conciliar sueño y vigilia. Sueño como una utopía cualquiera, una ilusión continuada entre sábanas que nos hace ser optimistas y confiar en que el cielo hoy también será azul. Un sueño, en definitiva, con el que nos lanzamos a la calle confiados en que nuestras fuerzas no nos dirán de flaquear. En la esquina contraria, la vigilia rayana en el escepticismo, horas de mili en la garita que hacen a uno perro viejo, poco tendente a creerse que el muro está ahí para derribarlo sino más bien para poner distancia. Me imagino que los profesionales de la palabra usan esas mismas previas para exprimir un rayo de esperanza frente a la que se avecina, o simplemente para hacer balance de una situación en la que se asoma otro capítulo de redención o de escalada en las nubes, según llevemos el tercio. Nosotros, que militamos en la realidad como premisa inexcusable, nos encontramos con una parada obligatoria que a buen seguro nos ahorraríamos si pudiésemos. De esta manera, evitando caer en el discurso- tipo de estos casos (léase ¡qué difícil es esto!) y sabiendo que al Palau hay que salir, vamos a buscar aunar lo mejor de la ilusión y de la perrería.

Hablábamos de realidad. De acuerdo, tenemos muchas más opciones de salir trasquilados que de conquistar un sonrisa inmaculada. Obviaremos tantos por cientos para que no sea tan fácil echarse al cuello del que esto escribe. No voy a entretenerme acumulando méritos de los azulgranas por tiempo, por espacio y por conocimiento general. Así, con esta idea bien presente, alguno pensará automáticamente: “Salimos derrotados”. Nada más lejos de la realidad. En su famoso punto medio, Aristóteles distinguía que el opuesto a cobarde no es valiente sino temerario. A mi, que los puntos medios me huelen un poquillo a medriocre, pienso que temerario sería salir al Palau derrotado o creyéndote en igualdad de condiciones ¿Valientes, entonces? A los valientes no los hace la fe sino su lealtad al trabajo, al sacrificio y, sobre todo, a la ilusión. Para condensar el tema es difícil encontrar alguien mejor que un veterano con alma del primer día que se vistió de corto, Deme: “Podemos ganar a cualquiera igual que podemos perder contra cualquiera”.

El punto medio, lejos de suponer agachar la cabeza, huye de sus connotaciones peyorativas volviéndose hacia la realidad. Ejercicio de presentismo lo podíamos llamar. Seguimos aprendido, nunca dejamos de hacerlo, y el escenario se presenta ideal para la misión al tener enfrente a los Campeones de Europa y de Liga. Si jugáramos en Zaragoza, estos renglones tal vez fuesen distintos pero en el horizonte se reviste la Ciudad Condal y quedan lejos las heroicas, las inmolaciones disfrazadas de gestas y las alabanzas fáciles de lanzar y no tanto de recoger cuando los platos están rotos. Lo tenemos crudo de narices. Pero al zurrón deben ir experiencia, darle más cuerda con un equipo que tiene mucho margen para el crecimiento, minutos de colectivo, de hacer equipo y, ante todo, de sentirse como un crío con zapatos nuevos viendo el escenario y el rival. No es ninguna tontería. Las rutinas de olvidarnos dónde estamos y lo que nos ha costado hacen más daño que los talegazos el Barcelona. Luego se lo podremos contar al Ademar el miércoles, que ese día tenemos permiso para ser más materialistas y pensar en los puntos.

Fdo.:Álvaro Lombardo Sáenz