Antes de Semana Santa, el mismo
día que el Caja3 salía victorioso de
tierras riojanas después de verse las caras con el Naturhouse La Rioja, al salir del vestuario y comentar con los
jugadores que ya tocaba un poco de descanso después del carrusel de partidos, Sergio Ruiz Casanova comentó lo
siguiente: “No creáis, es mejor no parar
cuando estás enrachado”. Así, a modo de maldición peregrina, cuando la
competición registró un nuevo capítulo en forma de encuentro liguero con Anaitasuna, toda la crudeza de esa
afirmación se hizo visible. De todas formas, es Anaitasuna precisamente la segunda parte de esta incómoda ecuación.
Ayer no estaba Schulz, tampoco Ragot, Paco López, o Chocarro, ni el
aliento de su público, pero el traje a medida fue parecido al de Noviembre. Contribuyó en gran medida la
incomparecencia del Caja3 pero no
sería justo hacer pasar a los navarros por convidados de piedra, como nos han
enseñado por versión doble. Lo que hacen no es un alarde de recursos pero lo
hace muy bien y, sobre todo, muy intenso. Por eso el año que viene seguirán en
la liga Asobal con un equipo que ha
hecho rutilante y falso aquello de confeccionado para la B.
Del partido poco podemos hablar.
El Caja3 no se enteró nunca de que
ayer se jugaba y el Anaitasuna dio
buena cuenta de ello. Podemos otorgarle al resultado toda la trascendencia que
queramos, desde el mero tropiezo hasta mesarse los cabellos, pero está claro
que no entraba en lo cálculos y sería conveniente analizar en frío si es que la
cabeza estaba en Alemania o
realmente existen dificultades para tener la capacidad de alterar partidos que
nacen enquistados. Lo que si es patente es que las explicaciones unívocas en
relación a una simple empanada no deberían ser satisfactorias. Sin carácter,
sin intensidad, desde la apatía, es imposible ganarle a nadie en una
competición de máximo nivel. Alguien debería tomar nota.
En definitiva, los chicos de Anaita salieron a jugar a balonmano
contra un rival desaparecido, no se sabe si por prioridades o implícita
arrogancia, en defensa en la primera parte y en todo en la segunda. Los
primeros treinta minutos fueron un discurrir de intercambio de goles hasta
llegar al empate a quince, sin que los naranjas fueran capaces de estirar
siquiera más allá de dos goles el marcador. Nadie defendía, lo que hacía que Bernationis ejecutara indiferente a una
portería al raso desde los siete metros. Reig
repitió el guión de la ida, ganando continuamente la espalda a los defensores,
y si el partido aguardaba en tablas era porque el ataque catalizado por Vigo se sobreponía a la acumulación de
hombres, piernas y ayudas del centro de la defensa visitante para surtir de
balones a los extremos. Humet
también ayudaba con su brazo. Con todo el gélido olor a raro que desprendía el
partido, parecía que esa supuesta teoría de que todo tiende a mejorar después
del descanso solucionaría la papeleta. Pero no, no hubo progresión, ni lineal
ni geométrica.
Efectivamente, Anaita cogió un gol de ventaja que
arrastró durante toda la segunda parte prácticamente frente a un Caja3 que, cuando se pudo poner por
delante, pasado el minuto 45, erró
un ataque que lo habría colocado dos arriba, firmando su último grito al
viento. Las ganas y la entrega de los pamploneses se materializaban en un
crecimiento de su portero Capón, una defensa nunca guarecida atrás sino dura al
contacto que neutralizaba a nuestra primera línea, haciendo imposible una
cierta fluidez. Definitivamente, salvo esporádicas apariciones de aun ayer bien
sujetado Javi García, el ataque, y
los laterales en especial, emitía señales de pura incapacidad, sin tiro sin
pase y sin nada, algo que desde el banquillo no se solucionaba en busca de
otras teclas. El ralentizado ataque de Anaitasuna
comandado por Novodeza sumaba con
frecuencia ante el funcionamiento de la defensa del Caja3 como individuo y no como bloque, lo que dejaba ver grietas
dolorosas sólo amparadas por los bloqueos de Val. Ni Pablo ni Malumbres, pero, aunque defender sea un
lenguaje extraño dependiendo del dorsal, no se trata de nominalizar un problema
que ayer fue de todo el equipo, más allá de los jugadores.
Esta impotencia a distintos
niveles cristalizó a partir del minuto
52, cuando los visitantes rompieron el partido para conquistar una renta de
seis goles en un parcial de 1- 7 que
llevó del 24- 24 al 25- 31. Hecho trizas, el Caja3 intentó hacer con prisas y mal
todo lo que no había llevado a cabo los minutos anteriores. Por supuesto, de
nada sirvió, excepto para el maquillaje final. De nuevo, Anaitasuna nos daba en la cara y convendrá dejarlo todo en una
resaca dominguera porque no tenemos tiempo ni fuerzas que gastar en lamentarnos
cuando espera un difícil desplazamiento a Puerto
Sagunto seguido de Alemania. De
nuevo, hay cosas antes de Alemania
y, de nuevo, una lección por duplicada de la que tenemos que extraer
conclusiones inmediatas, pero también de largo alcance.
Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz.
2 comentarios:
Lo peor de todo es que a puertas de rozar la Historia volvemos a llevarnos una desilusión cargada de apatía.
Apatía en el equipo y apatía en la grada. Urge cambiar esa sensación.
Esperemos empiecen en Puerto Sagunto.
La actitud del equipo en los dos enfrentamientos con el anaitasuna ha sido inaceptable e impropia de un equipo con aspiraciones.
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