Con la quinta plaza ya
certificada, la clasificación para Europa
en el bolsillo y el objetivo de principio de temporada cumplido, parece que el
partido de mañana contra Anaitasuna
invita a la intrascendencia. A ello contribuye todo el aroma que suele regir el
final de una temporada, en la que las cabezas parecen más pendientes de la
siguiente que de ponerle algún tipo de broche a la presente. Claro que, en este
caso, hablar de la temporada que viene supone hacer funambulismo en medio de la
nada. Bantierra, ayudas públicas de
la DGA en el limbo debido a la
concursal, jugadores con destino a Madrid en lo que parece que va a ser un Atlético de Madrid 2013/14 muy Balonmano Aragón,…En definitiva, esa
incertidumbre cotidiana a la que ya nos hemos acostumbrado. Mientras, ahí
fuera, la vida sigue.
Más allá de tener asegurada
la quinta plaza, no conviene olvidarse de las sensaciones. Esas seguro que no
serán las mismas de cerrar el curso con un triunfo frente a los navarros. Sumar
otra derrota a la cosechada en Guadalajara
sería una percepción injusta, un regusto manipulado, de lo que ha sido una
enorme segunda vuelta y una notable temporada. Para ello, como despedida y como
confirmación, nada mejor que derribar un maleficio: derrotar, después de tres
intentos, a Anaitasuna. El nombre
impronunciable en el vestuario se antoja como la última frontera a cruzar.
El año pasado, en Asobal casi por casualidad, los de Pamplona nos empezaron a crear un
trauma en el partido de ida, con una actuación memorable de Schulz al compás de una “Catedral” que se venía abajo. Sin
embargo, sólo era el primer acto. La continuación tuvo lugar en Zaragoza para la primavera y confirmó
la dimensión del problema. Este año, en Diciembre, la capital navarra se volvía
a asemejar a un muro, esta vez con un final polémico patrocinado por el dueto
arbitral. Por A o por B, pleno de victorias del Anaitasuna. Y viene a hilo decir que son un muy buen equipo, que no
están en condiciones de ser sextos por casualidad y que menos mal que han
pinchado en Huesca y en casa contra Granollers, porque sino igual mañana
estábamos en duelo a cara de perro por la quinta plaza.
Extaburu
tiene un grupo que rinde honor al concepto que encierra esa palabra. Todos
aportan y todos hacen su labor sin ornamento pero también sin fallo. Schulz y Alejandro Capón paran
cuando toca, Nadoveza alterna con Montavez el mando y es el jugador más
desequilibrante de su primera línea. Lo de Reig
en el pivote ya es un tema para verlo en directo, Bernatonis ya nos ha demostrado que un metro es un espacio
demasiado goloso para su brazo y Borragán
es un zurdo muy completo. Curiosamente, la fuerza del bloque queda también
puesta de largo en el papel hasta cierto punto secundario que ha tenido unos
refuerzos de calidad como Meoki, Novelle y Marcelo. La menor participación, sobre todo de los dos últimos,
parece, más allá de otros motivos, una indicación de la idiosincrasia de este
equipo. Sin embargo, existe otro hecho incontestable a esta situación: tienen
dos jugadores por puesto de garantías. Pueden ganar perfectamente en Zaragoza.
En definitiva, se cierra el
telón. En juego, unas sensaciones y una maldición. En el horizonte, todo y
nada. Ya saben, disfruten con los Vigo,
Dujshebaev y compañía, que todo se
acaba en esta vida. Esperemos decir aquello de “otros vendrán”.
Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz.
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