A falta de mayor dedicación
y espacio en los medios de comunicación jerárquicos de la región, siempre queda
un hueco en este blog para asumir los momentos trascendentales del Balonmano Aragón. El de este sábado a las 19 horas se antoja como
tal, un enfrentamiento con el GlobalCaja
Ciudad Encantada de Cuenca que,
avatares del deporte, ha pasado de ser importante a no tener retorno. Ganar
significaría la salvación oficiosa, algo alucinante después de una temporada
definida como contracorriente; no hacerlo sería una carambola extraña pero no
descartable, como nada en el deporte. Quedarían tres cartuchos más, pero la
sensación de no sellar lo que está en tus propias manos deja expedito el camino
al lamento.
Recién estrenado Septiembre y el milagro de la continuación
en Asobal, un equipo enteramente de
la casa, con excepción de Asier Antonio,
empezaba con el trámite de Barcelona
para levantar expectación la jornada siguiente ante el debut casero frente a MMT Seguros Zamora. Las diferencias
aquel día entre la primera y la segunda parte evidenciaron qué era presente y
qué podría ser futuro. Como todas las malas rachas, se encadenaron de manera
acumulativa las derrotas. Salvo la agónica victoria del Juanfersa Gijón en el siglo
XXI, el resto del saldo negativo fue inapelable. La situación era realista:
no había para más. ¿O sí? Empezaron a moverse fichas y, como si de alguna
película de acción, viejos compañeros de batalla en una liga antaño elitista
descolgaron sus zapatillas y se encomendaron a un último servicio. Demetrio Lozano, desde el banquillo a
exhibir cómo se puede seguir impartiendo magisterio con cuarenta tacos, y Julio Rodríguez, del que cierto
cronista escribió que sabía hasta el color de la ropa interior de los
lanzadores a los que se enfrentaba, apuntalaron un equipo que llevaba siete
jornadas de desventaja.
Un punto sorprendente en León, un triunfo sobre uno de los
mejores equipos de Asobal como es el
Anaitasuna, hasta tres derrotas por
un gol y tres puntos obtenidos frente a Huesca
y Benidorm cerraban la primera
vuelta con un hilo de vida. Todo seguía pasando por una segunda vuelta
superlativa que recuperará las distancias perdidas al principio, y se lanzó la
última ficha al tablero. Llegó Álvaro
Ferrer ante la baja de Asier Antonio,
dispuesto a hartarse de darle pelotas al casetero más aventajado. Desde ese
momento hasta el día de hoy, sólo ha ganado el Barcelona en el Siglo XXI.
Sobran los comentarios. El Aragón se
metía desde su feudo en la pomada, incluyendo dos puntos muy relevantes en la
cancha de Zamora en una especie de
homenaje tardío a aquella primera parte de Septiembre.
Con toda la inercia positiva
descrita, el Aragón seguía anclado
en el penúltimo puesto, plaza que conlleva el descenso directo. El simbolismo
de verte al otro lado de la línea roja seguramente necesitaba de un galope
concreto, certero, sorprendente. Dos días en la ría de Vigo, por ejemplo. En la cancha del Cangas, uno de los mejores equipos que han pasado por Zaragoza, un bloque compacto con los
conceptos tan claros como su humildad, el Aragón reventaba las previsiones y
ganaba 31-34. Unido a la derrota del
Ciudad Encantada, el Aragón salía por fin del descenso y
colocaba el partido de este sábado en un plano cualitativamente distinto: el de
la vida, que por sí mismo supera a cualquier otro.
Curiosamente, la trayectoria
de Ciudad Encantada es inversamente
proporcional a la del Aragón, con
tan sólo una victoria y dos empates esta segunda vuelta. No obstante, si para
nosotros es el partido de la vida, los conquenses lucen la ausencia de cálculo
de la muerte. Zaragoza es la última
estación para evitar el descalabro y, sobre todo, rearmarse moralmente puesto
que MMT Seguros Zamora continúa en
la lucha. Son peligrosos, aún sin Balaguer
y Mendoza, porque han llegado a esta
cita conscientes de estar peor de lo que creían. Todo lo que no sea jugar con
la tensión de una final será nefasto para el Aragón. Disponemos, con un pabellón a una sola voz, de sesenta
minutos para condensar un final a la temporada más bonitas de esta última
década. Para explotar de trabajo bien hecho. No será porque no hemos tenido
días y partidos inolvidables en los últimos tiempos pero todos sabemos, los que
aguantamos ahí, que lo de este año es, como los recuerdos en blanco y negro,
para siempre.
Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz
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