Foto : ASOBAL
Casi nada lo que se ha hecho
hasta el momento. Casi nada, fórmula que vale para escépticos y para
ilusionados, para oficialistas y para críticos. Para todo el que lo quiera
usar, en definitiva. El casi da una idea de finalización todavía no consumida y
la nada es la insignificancia de lo que tenemos entre manos, no por desmerecer,
sino por pensar en lo que puede ser, en lo que queda por escalar. Con esta
significación ambivalente, decíamos el otro día que muchas de las conclusiones
del partido de León se inscribirían
después de jugar en Brest. Jugamos
en Brest y podríamos seguir la cantinela en función de los dos partidos que
faltan, Torrevieja y media liga en
juego con los alicantinos, y la vuelta de una eliminatoria muy encarrilada pero
no decidida. Sin embargo, esto sólo haría referencia a un “casi nada” más
literal, siempre pendiente del error, o la simple derrota humana, para
otorgarle una dimensión proporcionalmente mayor de unos éxitos que quedan
oscurecidos de esta manera. Aquí, el que esto escribe, a riego de perder un
pelín de perspectiva de la que, a la larga, no nos acordaremos, apuesta por un
“casi nada” irónico, incluso petulante si se quiere, pero inmensamente feliz de
ver como las cosas funcionan, y muy bien, justo cuando la exigencia y los problemas
se ha dado la mano para atosigar el proyecto del Caja 3 Balonmano Aragón.
Bielorrusia el sábado, después de
mil y una historias para seguir el partido en directo o en diferido, lo que
vuelve a demostrar que detrás de este equipo ha afición y ganas, supuso el
espaldarazo para los ultimo incrédulos que no comulgaban con un Caja 3 en un estado de forma bestial.
Frente a un señor equipo que no ha dicho su última palabra, los chicos de
naranja volvieron a abrir el tarro de las esencias defensivo para tirar de
libreto en cuanto a basculación, intensidad y capacidad de llegar un segundo
antes que el rival a todas las acciones. En este baile de viejas esencias,
recuperamos la carrera mortífera de esos dos estiletes que son Cartón y Sorli. Detrás, Iñaki Malumbres,
para dejar sentado que es el mejor portero que ha pasado por esta entidad, aún
más cuando saca pelotas en los momentos decisivos, de riesgo, y en seis metros.
Años de profesional y santo y seña del lugar al que los sueños nos dejen volar.
A su lado, Jorge Maqueda , que
representaría esa nueva generación de abanderados, multiplicado en ataque y en
defensa y nombre de una, por desgracia,
larga lista de emigrantes que va a empezar a aflorar, supone el empujón de
rabia que busca en su último año en Zaragoza
un recuerdo en forma de vitrina. Ellos, la síntesis entre lo inmutable y lo
perecedero, lo arcano y la novedad, son las circunstancias más palpables del
crecimiento de todo un equipo, crecimiento que hemos ido intentando destilar a
lo largo de estas últimas semanas.
Porque si, no están solos, por
mucho que razones de fuerza mayor hayan impedido a otros dos referentes como
son Deme Lozano y Sergio Ruiz Casanova,
compartir en plenitud el momento imparable del equipo. Habrá que asignarle su
parte a un Mariano Ortega que ya
el año pasado, con una plantilla sensiblemente más baja en presupuesto, firmó
la sexta plaza y el record de puntos de este equipo y este año lleva camino de
mejorar registros, también lejos de nuestras fronteras. La directiva, pese a no
ser inmune a las tropelías económicas, de momento mantiene el listón a un nivel
aceptable cuando otros se consumen, tal vez por descubrir(nos) que se pueden
hacer muy buenos equipos y más baratos con gente de Bolaños de Calatrava o de Camariñas,
que tienen apellidos más reconocibles. Rogaría que nadie se tome estas líneas
como una hagiografía ya que creo que esta vida, en todos sus aspectos, necesita
una actitud crítica. Pero también una posición de justicia, y a este equipo
últimamente, en plano deportivo, esta siendo muy difícil encontrarle las
cosquillas.
Pese a todo, la semana sigue
incandescente. Torrevieja se ha
colocado a un punto y sigue dando síntomas de que está en un horizonte álgido
para asaltar una quinta plaza que sería el desmelene de los salinero. ¿Alguien
duda de que este miércoles tenemos una final a la vista? Como si de un partido
de vuelta de una eliminatoria se tratase, el average jugará un factor crítico
en esa lucha que se prevé enconada. Hablaremos de Torrevieja el miércoles, pero ya vimos sus credenciales en la Copa del Rey. La historia esta vez,
esos espero, tendrá ciertas coordenadas diferentes, pero que nadie crea que son
un equipo de otra “liga”. Son de la nuestra y van pegados, dos titanes en
aceleración que prometen intensidad
absoluta. Por cierto, del nivel del Torrevieja,
e incluso superior, son los hombres del Meskhov
Brest, como tuvimos ocasión de comprobar, lo que sigue probando la altura
de lo logrado por el Caja 3. También
hablaremos más pausados de ellos y de la eliminatoria de cara al sábado, pero
quedan sesenta minutos de sufrimiento para agarrar firmemente las semifinales,
la definitiva antesala de los Campos
Elíseos. Es cierto que, como se percibió a lo largo del partido y en
especial en los últimos minutos, les van a pesar los nervios y la precipitación
al comprobar que no han hecho su trabajo en la ida. Pero el riesgo se
traslada a ese juego sin presión en el que una serie de jugadores de calidad
pueden incendiar la eliminatoria en cualquier momento. Bozic para, y no poco, los extremos tienen un resorte para el
contraataque, toda la primera línea está compensada con jugadores muy
versátiles, ya sea el diestro Stojanovic
ya sea el zurdo Blagonadezhdin. A Gromyko lo eclipsamos y su centro de la
defensa tiene tantas cosas de duro como de lento, en especial Revin. Tienen dónde elegir.
Otro derroche de seriedad, de
equipo maduro, puede y debe ser mortal de necesidad tanto para alicantinos como
para bielorrusos. Pocas veces ha estado el Caja 3 tan cerca de ese estado. Hay motivos para estar contentos y para
cargar las pilas en otra semana de escalada hacia las alturas. Casi nada.
Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz.
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