Supervivientes

Fotos : Asobal

Debo ser uno de los pocos talentos innatos que se ha quedado a ver al Caja 3 en diferido, con prórroga incluida y sin saber el resultado que, faltaría menos, ha sido negativo (27- 25). Por lo menos, he comprendido que, de mayor, quiero ser veterano de los Balcanes, de la Kale Borroka o de lo que se tercie. O que me cambien el apellido por el de Pejanovic. Pero no por las treinta y una paradas (si, esas mismas), sino por esos rasgos tan del Este que, después de parar la última pelota, han sido capaz de contemplar una mutación. El magnánimo general balcánico no ha caído preso de la grandeza o de la euforia. Simplemente ha hecho una breve mueca de disculpa, como disculpándose a los hombres del Caja 3 por habar parado tanto y tan bueno. Esa pequeña vergüenza para un tipo tan desproporcionadamente enorme habría sido suficiente como buena excusa para encender la TV.

Hablaba de general y no me equivocaba: Lo de hoy ha sido una batalla, decimonónica en su elegancia en el fragor y, sobre todo, en sus mandos. Tanto Dimitri como Iñaki observaban sus huestes cargar y aguantar cargas una y otra vez mientras los disparos bullían a su alrededor sin romper por un momento las líneas rivales. Como una continuación de trincheras a la espalda, en pos de un páramo que conquistar, los asaltos a bayoneta de los que tanto gustan recrearse ciertas conmemoraciones históricas han sido la condición sine qua non de un partido en el que el arrojo, el límite de los cuerpos y luz que irradiaban nuestros militares protagonistas han hecho al balonmano secundario. Ha vencido el heredero de los Imperios Centrales, ahogando a los puntos al campechano y escurridizo carlista, en un final de capitulación nada heroica sino perra, como son todas las derrotas. Diezmados, magullados y sin un gramo que rescatar, los naranjas, antaño boinas rojas, han abandonado el escenario sabiendo que cuando hay tanta sangre por medio, el recuerdo no será sino una lección de lo que uno puede llegar a tener dentro. Seguro que más de uno sueña con Pejanovic, pero estoy seguro que el silencioso y bravo Dimitri hará gala de la reciprocidad de quién sabe reconocer con quién se ha jugado los cuartos.

Treinta y un paradas y 58% por cierto de acierto que han ido variando desde los primeros conatos en los seis metros, pasando por una terquedad absoluta del Caja 3 que facilitaba su labor en la segunda mitad de la segunda parte para derivar en una prórroga dónde se ha llevado cualquier resquicio de luz muy lejos de Torrevieja. La angustia de los lanzadores del Caja 3 ha sido proverbialmente exponencial en el mismo hilo de esta narración. 4 goles en 18 minutos y no por falta de ocasiones. Así es imposible. Sin embargo, aunque el Caja 3 haya colaborado en ocasiones en el nombre de la nueva calle que va a haber en Torrevieja, por lo general, incluyendo penaltys, ha habido muchas fases en que se ha generado buenas selecciones de tiro, lo que implica también su merito y nuestro progresivo cortocircuitamiento a la hora de concluir. Por cierto, a veces sólo vemos los arbitrajes hirientes en nuestra contra pero no estaría de más echarle un vistazo a los de baja intensidad como los de hoy: Ataques eternos de los azules y, sobre todo, una defensa en la que, a golpe y empujón limpio, sobre todo con el pivote, me parece de risa que alguien como Rasic sólo haya sido excluido dos veces. Tres exclusiones del Torrevieja frente a tres del Caja 3 es una distorsión absoluta de la dureza que se ha visto en televisión.

Por lo demás, aparte de la batalla campal, el puesto de mando de los porteros y la derrota del Caja 3 por agotamiento físico y espiritual, aparte de por no acribillar el partido cuando Torrevieja sólo tenía el ralentí para avanzar, hemos visto un resumen acelerado de las virtudes que han ayudado a este Caja 3 a crecer. La primera, una soberana defensa y un soberano portero, donde el nuevo tándem central es garantía de éxito y de fortaleza. La segunda, y relacionada con la primera, no remite únicamente al cambio Casanova- Maqueda (básicamente porque el primero sigue teniendo, en mi opinión, sitio en el eje), sino al genial Javier García ya que con su mayor presencia ha dotado a Val de más minutos de descanso, con lo que aporta más atrás, y, en conexión con el necesario e imperioso cerebro de este equipo llamado Vigo, han dotado de una creatividad mucho más amplia el ataque, liberando espacios, ensanchando los huecos y permitiendo explotar más a los laterales su función de asistentes de la segunda línea. Vamos, que la órbita de este chico ha revitalizado y mucho el ataque posicional naranja que ahora no sólo vive del poderío físico atrás y su correspondiente contraataque en distintas oleadas.

Con todo, hasta la segunda parte de la prórroga, ha sido más de una hora de inercia del Caja 3 que puede descubrir la pregunta mediante las dos caras. ¿Cómo no hemos podido ganar o cómo hemos durado tanto? Aparte de ser complementarias ambas, la ausencia de estocada ha venido también dada por el buen planteamiento de Laguna y el beneplácito de los árbitros en plantear una guerra con un balon de por medio. El derroche tiene un límite y cuando el Caja 3 ha sobrepasado esa frontera, poco en claro se podía sacar y más con Pejanovic subiendo escalones hacia el cielo. Ese momento ha sido a cuatro de final, con ellos uno menos y nosotros ganando de uno y pelota (23- 24). Ahí era nuestro último tren, como se ha encargado el destino de recordárnoslo. Antes, en una primera parte de color naranja eléctrico, el Caja 3 había fluido los primeros quince minutos con autoridad e inteligencia, también con Malumbres (min 14. 6- 10). La renta se redujo a un gol (min. 24; 11- 12) y así hasta el descanso (14- 15) cuando el mister Laguna apretó a los suyos y Pejanovic empezó a vivir.

La espesura de nuestro ataque en la segunda parte la reflejan los escasos nueve goles que logramos, pero en la cuerpo a cuerpo planteado por Torrevieja, con vistas a largo plazo, en el que no cabían las exposiciones de lanzamientos y si su aborto. 10- 9 para ellos en este segundo tiempo, el citado y sibilino arbitraje y unos naranjas que, sin embargo, eran capaces de mantenerse por delante en el marcador hasta el 39 (17- 17). Al Torrevieja le faltaba una volada de aire más que su férrea defensa- portero y el Caja 3 no era manco tampoco atrás. Al bulto, embarullado, el partido y el empate seguía en el 52 (21- 21); sin embargo, a nosotros se nos iba el tiempo peligrosamente porque, definitivamente, Pejanovic había ensombrecido hasta a Malumbres. Así, como hemos citado, nuestra ocasión de vencer pasó de largo y nos vimos abocados a una prórroga donde las mismas fuerzas y tendencia para excluir, señalar pasivos, evitar las precipitaciones o simplemente lanzar con opciones continuaron en un balance claramente desfavorable para el Caja 3.

Claro, no hay cuerpo que resista tanta tela para una prórroga. Sin Deme, sin Ruiz Casanova, al borde la fundición, la primera parte fue otro popurrí de fallos y de un ataque ahora si noqueado directamente por el viejo camarada Pejanovic. El estilete para concluir nuestro final se lo dieron a Jorge Sánchez que, con un gol en la primera parte de la misma prórroga y dos en la segunda, acabó con nuestras esperanzas. Antes, con nuestra paciencia, la de jugadores y espectadores, lo había hecho Dimitri. De todas formas, la dignidad del superviviente se conjuga con la praxis acerca de lo que supone la Copa del Rey para afirmar que: “General Pejanovic, ha ganado usted una batalla, no la guerra”.

Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz.