La soledad

Cuando esta eliminatoria comenzó, uno, en su inocencia, pensó aquello de que, tal y como estaba todo, mejor no pasar y evitarnos carga de partidos y de cartera. Evidentemente, aquello era una tontería como un piano porque cuando uno se viste de luces se olvida de toda cuenta que no sea ir de cabeza a por el partido. Ahora, cuando ayer se nos quedo una cara de circunstancias curiosa cuando llegó el pitado final, te das cuenta de lo que cuestan las cosas, de lo cruel que puede llegar a ser un final y, sobre todo, de lo curioso que es el destino al haber tenido dos actos iguales esta semana y haber acabado ambos de la peor de las maneras.

Ahora lo que está claro es que no habrá fase de grupos para el Balonmano Aragón. Nos perdemos tres partidos de calidad y nos quedamos con la pregunta de porque, pese a la extrema igualdad del marcador de la eliminatoria, un equipo inferior nos ha dejado fuera. Seguramente la respuesta anide en los sesenta minutos suecos, o en fases de ellos, porque ayer los naranjas mostraron muchas más hechuras de buen equipo de balonmano que el Eskilstuna. Pero resulta que al final fue cuestión  picardías. Las mismas que nos faltaron con el Atlético. Esas de impedir atacar cuando restan unos cuantos segundos como sea, por lo civil o por lo penal. Utilizar, en definitiva, el reloj cuando se debe y no antes. Porque siete goles que llegamos a adquirir mediada la segunda parte (23- 16) no se debieron haber esfumado nunca.

Los suecos salieron asustadizos hasta en la presentación pero luego su defensa mutó hacia una contundencia considerable, escudados en el listón bajo que pusieron los ucranianos. Pero Balonmano Aragón volvió a defender a un nivel envidiable, Kappelin siguió dando la talla y la renta de cuatro y cinco goles (del 5-1 al 15-11 del descanso) fue, desde el principio, el filo en el que se movió el conjunto local a la espera de romper, presumiblemente, un partido que tenía y debía quedarse, junto con la eliminatoria, en España. Sin embargo, el Eskilstuna comprendió que, pese a sus letales extremos cobijados en el contraataque, necesitaba algo más para no hundirse cuando en el minuto 40 se veía eliminado. Así, el lateral diestro Heimisson empezó a fintar y a unirse con el zurdo Zarichsson para con tres goles casi sin querer y una relajación del Aragón ponerse a dos goles y hacer un intercambio de sensaciones con los locales.

El final ya lo conocemos. Aún con todo, incluso con Javi García fallando una pelota en seis metros, teníamos cuarenta segundos para meter el gol definitivo. No hubo oportunidad ni de engatillar en condiciones. Pero sería muy poco inteligente querer reducir las conclusiones a las prisas, los nervios y el corazón de esa última jugada. Los suecos tiraron de todas las artes que nosotros no supimos desarrollar el día del Atlético y nos dimos de bruces contra el pitido final. Sí alguien cree procedente examinar culpabilidades, que sean de carácter colectivo.

El Balonmano Aragón volvió a jugar de manera notable al balonmano pero eso no esconde que nadie esperaba verse fuera tan pronto. Es más conveniente, alentados por la posible noticia de la llegada de un nuevo patrocinador, observar que este equipo va en línea ascendente. Una línea que, más allá de la muñeca de Cartón o la gran dirección de Vigo, ayer presentes igualmente, tiene dependencia de que el futuro lateral diestro de la selección absoluta española rinda, como ayer, al nivel que tiene. Carlos Molina, en ataque y en defensa, su evolución, es pieza imprescindible para ver a dónde puede llegar el Aragón. Y, al igual que un gol puede suponer tanta distancia, dos puestos más arriba o abajo en la clasificación liguera seguro que no nos dejarían indiferentes a ninguno.

Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz.