La jerarquía tiene acento maño

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Ha cotizado el derbi más alto de lo que se esperaba. Sin ningún género de dudas, el de hoy ha sido el partido entre Huesca y Aragón más intenso de los cuatro vividos hasta ahora y el que ha tenido el mayor contenido que caracteriza a los partidos con rivalidad: los nervios, con el consiguiente desfiles de idas y venidas, de errores no forzados. En un curioso juego de espejos, si en la primera mitad las imprecisiones oscenses les han impedido coger una venta seria, el segundo acto ha traído un cambio de papeles al respecto que casi dinamita una victoria que parecía venir segura a Zaragoza. Cartón, desde el extremo, ha apuntalado un gol imposible para establecer el 28-29 definitivo cuando apenas restaban unos pocos segundos.

La posibilidad de este final explosivo era una opción más en un trajín de partido pero, para ser sinceros, la primera parte pintaba con color local. Como en Zaragoza, Julio Rodríguez y una defensa por momentos agresiva se retroalimentaban para llevar la voz cantante. Sin embargo, Huesca quería completar defensiva corriendo más de la cuenta en ataque, lo que le llevaba a unas gestiones ofensivas inadecuadas, fundamentalmente en los contraataques de los que disponía. En cierto modo, los resultados de lo exhibido, traducidos visualmente, eran pírricos (min.20; 9-6). Aragón empezaba a carburar encontrando las espaldas de una defensa ejemplar en la movilidad y las ayudas. Javi García, ya asistido por Vigo o por Molina, lideraba la reacción y sólo la calidad individual de Álvaro Ruíz permitía a Balonmano Huesca irse dos arriba al descanso (14-12).

La segunda parte iba a confirmar que las tres bajas que finalmente han sufrido los oscenses (Rochel, Demovic, Bartolomé) iban a ser decisivas para que su ímpetu fuera apagándose, sobre todo en defensa. Esto no excluía que el Aragón se sintiera más seguro de sus posibilidades y que, de paso, no dejara pasar la oportunidad de devolver los regalos que en los treinta minutos anteriores había firmado Balonmano Huesca. Así, no era hasta el minuto 47 cuando la diferencia parecía asentada (19-24) pese a que los rojillos olían a muerto desde bastante antes. Grau como único argumento en ataque era devorado por Argüillas, Postigo afilaba su muñeca en, posiblemente, su mejor partido en la élite y parecía que el agotado Huesca se refugiaba en la trabazón y las protestas arbitrales para no ser consciente de una realidad no halagüeña para sus intereses.

Pero no todo estaba escrito. Precisamente, las exclusiones por protestas de unos árbitros con cierto tinte casero jaleaban a los locales a un último esfuerzo. En inferioridad, y con un Aragón que pecó de creerse con el trabajo hecho, uno a uno los goles de renta visitante se esfumaron. Tres goles a ocho minutos, dos a falta de cinco y, al final, el lío montado con el empate a 28 ya en los últimos sesenta segundos, después de una falta en ataque dudosa pitada a Sorli. La pista simulaba un correcalles donde había de todo menos aplomo. Balonmano Huesca parecía haber pescado en un río que había revuelto a la perfección. Pero sólo lo pareció. Desde el extremo, Toño Cartón, protagonista esta semana por otros motivos, reclamaba su sitio en primera plana también por lo que es: un magnifico extremo zurdo que, incluso desequilibrado, cosió la portería oscense para atrapar los dos puntos. Para dar un paso de gigante por la quinta plaza en una cancha donde cabe estar orgulloso de haber ganado. Para volver a realzar a un grupo de profesionales que sigue respondiendo, pese a todo.

Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz.