Lógico

La realidad ni es neutra ni es objetiva. Quién se empeña en lo contrario, suele ser precisamente quien menos objetividad gasta. Cruzada aquella por cargas de ideología, tal vez la diferencia estriba entre saber distinguir, a partir de ese reconocimiento de la subjetividad, entre la militancia y el compromiso cuando se trata de afrontar los retos que nos propone la sociedad. De militancia, precisamente, sabe algo el Futbol Club Barcelona. Esta entidad deportiva lleva patrocinando en los últimos años un tole-tole ideológico basado en una supuesta categoría representativa que va más allá de los diferentes terrenos de juego. Además, se le añade un contenido moral en forma de fórmula mágica: “valors”. Más allá de las opiniones acerca de este proyecto que tenga cada uno, algo de esas intenciones tan cercanas a la inmortalidad se debieron dejar camino de Logroño este sábado sus representantes de la sección de balonmano.

Sinceramente, el Barcelona es el único equipo de esta liga Asobal cuya superioridad es abrumadora con respecto a sus competidores, exceptuando en cierto modo al Atlético de Madrid. Es extraño que, si pone un mínimo de ganas y empeño, pierda un partido de la liga regular. Me imagino que la cabeza en la Final Four y un gran rival enfrente como el Naturhouse La Rioja son factores inexcusables para explicar la derrota de los catalanes, pero a uno no le deja resultar curioso que la dejadez pueda acabar actuando de juez, una dejadez al antojo del poderoso. No es cuestión de restarle ningún mérito al Naturhouse, al que se le había complicado mucho una tercera plaza que, por equipo, debería tener firmada hace días ya. Han dado la campanada cuando peor lo tenían. No van a necesitar tirar balones fuera porque esta vez el Barcelona lo ha hecho por ellos. Espero que los de Xavi Pascual hayan cogido el suficiente aire para la final de Colonia, a dos semanas vista, que les haya merecido la pena contemporizar tan descarnadamente en la competición casera, en definitiva. Porque ese aire lo van a necesitar.

El estado de ánimo de una tercera plaza finiquitada en campos ajenos ha sido un actor imprescindible esta mañana en Guadalajara. De nuevo, no hay que aferrarse únicamente a  factores externos pero el contexto no era el mejor. Si a eso le añadimos un Quabit Guadalajara jugándose, literalmente y sin billete de vuelta, la permanencia, podemos entender cuán importantes son las disposiciones mentales a la hora de afrontar un partido. En éstas, el Balonmano Aragón ha cuajado el peor partido de la segunda vuelta y no ha podido seguir soñando, en este caso con la cuarta plaza. Era un partido difícil y, siempre a remolque y a merced del brazo de Radulovic, no se ha podido completar lo que habría sido una segunda vuelta perfecta, a la espera de la visita del Anaitasuna. Los errores no forzados, principalmente en ataque, han sido una losa demasiado grande.

¿Empaña esta derrota una segunda vuelta que nos ha dado licencia para soñar? Creo que, siendo mínimamente perspicaces, es evidente que no. Ceder los dos puntos en Guadalajara, una cancha en absoluto fácil y menos en determinados contextos, no era descabellado. No se ha podido completar nuestra parte de ese reto tan suculento como temerario que se ha ido construyendo día a día el Balonmano Aragón. Queda un partido en forma de maldición para hacer el balance pertinente y no podemos permitirnos conseguir la quinta plaza con un mal sabor de boca. Hay quién verá el vaso medio lleno o medio vació. Hay quién directamente lo romperá. Las frustraciones van por dentro, ya se sabe. Pero, pese a la Alcarria, pese al bien o mal de calificación del partido, el Aragón ha dado la cara. Visto lo visto, no es poco. Ahora, a por el Anaita y a por el futuro.

Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz.