Foto : Marta Contin Zapatero
Los principales medios de
comunicación que cubren la trayectoria del Balonmano
Aragón han coincido en la anécdota cuando han sintetizado el último partido
de liga: la A-68 está maldita.
Efectivamente, Pamplona nos sienta
como a un santo tres pistolas. Sin embargo, convendría distinguir lo que
suponía visitar al ya mítico Portland
San Antonio y lo que supone, desde hace tres años, visitar a Anaitasuna. Es una buena actividad para
ser conscientes de dónde venimos y mejor no preguntarse a dónde vamos. La primera
visita al barrio de San Juan se
saldó con una derrota que prácticamente supuso una tragedia, una especie de
aldabonazo inesperado para avisar de la fragilidad de nuestra jerarquía. El año
pasado se perdió de uno con un final patrocinado por la tendencia casera de los
árbitros. La espectacular segunda vuelta hizo obviar esta derrota que, no
obstante, cerró una primera vuelta más bien limitada. Este año, segunda jornada
del campeonato, nos hemos traído siete tabas de regalo, lo cual no deja lugar a
la duda.
Sin embargo, la síntesis de
estos datos es cristalina: hemos convertido en apenas tres años lo trágico en
algo normal. Y eso, al tratarse de una cuestión de aceptación implícita, es
altamente peligroso. Que nadie interprete esto como un menosprecio a Anaitasuna, el cual es un señor equipo
a todos los niveles, no sólo deportivo. Los navarros, exceptuando la portería,
mantienen la columna vertebral del año pasado y son un equipo cuya cancha está
muy cara, sobre todo para un equipo en construcción como el Aragón. Todo esto lo sabíamos antes de
ir, de manera que volver de vacío no era descabellado. El problema es más sutil
y más larvado. Es una cuestión de identidad. Es una cuestión de estar
transformándonos, pero no saber en qué. No es una cuestión de añoranza de
viejos tiempos, es una cuestión de dudas. Dudas, por cierto, estructurales.
Comentaba por aquí Nachobal algo muy acertado. En
concreto, el problema que podía suponer, para un equipo muy nuevo, meterse en
los barros de la parte baja en este inicio de competición. Llevamos cero de
cuatro y no es momento de empezar a alarmarse. El equipo tiene mimbres y su
preparación ha sido mucho más constreñida que la de una pretemporada normal, de
ahí lo cuesta arriba que se hacen los últimos ratos del partido. No le recemos
a San Asier Antonio porque vuelva y nos solucione la papeleta.
Empecemos metiéndole mano a rival
asequible como el Bidasoa de Irún y
evitemos males mayores. Pero, sobre todo, seamos sinceros con nosotros mismos.
Por no irnos muy lejos, miremos cuantos socios han hecho nuestros vecinos de Huesca. Miremos dónde están los
patrocinadores anunciados. Miremos la trayectoria institucional, la percepción
del equipo en la ciudad y en la Asobal,
más allá de lo deportivo. Miremos y que cada uno defina transición como le de
la gana, sin prisas pero sin paños calientes. Porque el problema no es el Anaitasuna.
Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz.
1 comentario:
Ya está visto, como hablar sin decir nada...
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