Feliz semana de resaca para todos

Foto : José Manuel de Buen (www.bmaragon.com)

Como dicen los Barricada, en este camino de piedras, definición más ajustada que aquella que, en sentido penitente, aludía a un valle de lágrimas, hay tiempo para observar lo insignificantes que somos. En busca de un consuelo y de un mañana, la gente apuesta su ser a diferentes tipo de emblemas, banderías o nacionalismos. A veces, incluso, olvidándose de su carácter artificial, de producto humano que son, tienden a otorgarles un significado revestido de esencia. Estas mismas esencias conllevan un ritual establecido en una serie de símbolos. No merece la pena entrar a debatir si comulgamos o no con estos credos pero ayer, 12 de Octubre, cachirulo en mano, cuello y corazón, se fundieron en un todo la fuerza de estas ideas para catapultar al Caja 3 hacia la victoria.

No fue una simple victoria. El mundo simbólico no fue sólo exterior, ni siquiera se limitó a un motor ideológico. Alcanzó los resortes de la identidad del Caja 3 de Mariano Ortega y lo hizo carne en su sentido religioso, trascendental, más absoluto. Delimitó sus contornos y su particular razón de ser. Lleva ya tres años el de Esparraguera en el banquillo y, en mi modesta opinión, la victoria de ayer fue la más importante de estos tres años, más que la del Ciudad Real el año pasado. Este trienio post- Zaky, post- Ortega jugador, post- Doder, post- Kosovac, empezó con desembarco de jugadores foráneos que se unían a las galas ya presentes. Con los retoques necesarios en la segunda campaña, su patrimonio fue una recuperación de Europa y un sexto puesto con techo histórico de puntos. Luego vino la famosa crisis y la necesidad de reinventarse. En medio, un Mariano al que le han caído de todos los colores, con razón o sin ella, esto no va a ser un plebiscito. Sin embargo, ayer este equipo gano por hacerse presente en base a unos fundamentos y de eso tiene mucha culpa el amigo Ortega.

Sin gritos y sin piruetas, el Caja 3 revisó y firmó lo que ha venido siendo su rumbo en esta nueva era. Ese rumbo, esos fundamentos, tienen cuatro nombres propios en la cancha: Iñaki Malumbres, Demetrio Lozano, Sergio Ruiz Casanova y Jorge Maqueda. Ellos son el ritual de este Caja 3 que oficia Ortega desde la banqueta. Pónganse a buscar que caracteriza a los cuatro, es bastante evidente. Ayer, con un equipazo en frente, con el profundo respeto mutuo como juez y parte, consumaron su propuesta. Para nosotros era un partido de calibrar posibilidades, de medir capacidad de vuelo, pero no nos olvidemos que Ademar estaba en la misma tesitura, de saber hasta que punto tenía tierra de por medio con sus más inmediatos perseguidores. Habían ganado en Logroño, pero ¿en Zaragoza? Porque no hace mucho ganaban sin mayores problemas aquí y ahora las fuerzas no están tan desniveladas. Zaragoza impone respeto, lo cual ya es un primer punto.

De tal manera, la seriedad y la concentración caracterizaron un partido con tanta jerarquía en juego. Prueba de ello es que Mariano pidió el primer tiempo muerto en el minuto 4 con 1-3 en el marcador. Los derroteros de la primera parte eran de ataques largos, avanzar despacio y con precaución, estudiar bien dónde estaban los resquicios del rival. Ademar fue siempre por delante, pero sin ser capaz de pasar de la barrera de los dos goles. Los fallos eran intercambiables, miedo de adquirir preeminencia el Ademar y de empatar el partido el Caja 3. Ademar encontraba a un Baena que ha aprendido a hacer más cosas que únicamente a meter culatadas en busca de la posición y el Caja 3, más rasmia que balonmano, se encomendaba a esa fuerza de la naturaleza que es el amigo Maqueda y sus penetraciones. Dos goles al descanso para los leoneses, un Losert pletórico y un Caja 3 firme en sus ideas, hasta dónde le llevaran.

Foto : José Manuel de Buen (www.bmaragon.com)

Y mire usted que le llevaron lejos, porque son buenas y porque no dudo en creer en ellas hasta el final. Porque no era día de pizarra, del genial Vigo, era de sufrir y es cierto que Ademar colaboró, no sólo en los errores, pues también los tenía el Caja 3 justo después de que los leoneses tuvieran uno, sino en falta de aplomo para matar. Aplomo que le sobró a Andreu, siempre tarde en cualquier acción defensiva, en un centro de la defensa que echo en falta a Carou. Siempre he creído que el rival tiene parte del “mérito” de los desaciertos ajenos y en estos colaboraron de nuevo Malumbres, junto con los citados más arriba y otros tres de lujo para decirle a Ademar que no. Hablo de Val, que echó el resto en defensa, hablo de Sorli, siempre presente y siempre acertado, y también está Masachs, infinito desde el extremo, metiendo las pelotas que meten los extremos buenos, las mismas que metería ese tipo tan genial que es don Antonio Cartón. Los dos, por cierto, dieron una lección de cómo desdoblarse al pivote y aprovechar las asistencias de los laterales. Una doblé exclusión generó a falta de diez minutos el liderazgo del Caja 3 y aquello se rompió a favor de los galones de la primera línea cajista. Ademar se dio cuenta demasiado tarde de sus errores: A tres goles y sin tiempo. Isidoro no encontró las soluciones. Ferrer no era el faro adecuado teniendo a Cutura o a un pasador como Ruesga frente a un Montoro que circulaba a ninguna parte. Por suerte también, las escaramuzas del dúo de extremos ademaristas fue mínima, en parte gracias a evitar perder esos balones tontos en ataque que acaban matándote y en parte porque no dispusieron de relevo.

En definitiva, el Caja 3 mudó los minutos finales del Sargal por los de ayer. Encontró recompensa a su lealtad, a las fracturas de Ademar y al final hubo desmelene. Pensar en todo lo que queda es referente pero ahora me remito a las palabras del speaker, feliz resaca para toda la semana. Si todas fueran como esta…

Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz.