Foto : José Manuel de Buen (www.bmaragon.com)
Me imagino que, en el momento que haya enumerar méritos delante de algún señor con profunda barba blanca, también contará aquél de hacer rutinario y carne de burocracia los partidos. En el haber del Caja 3 debería figurar, desde luego. Con ese ritmo crucero que acaba dando sus frutos más por tozudez que por brillos especiales, aunque ayer colaboró en el desarrollo un Alser Puerto Sagunto que se colapsó a la altura del minuto cuarenta.
Empecemos por el final: Dos puntos más para hacer menos presente el trauma del visitante. Sería bastante duro imaginar otro escenario pero Puerto Sagunto, mientras tuvo cuerda de la que tirar, planteó que no necesariamente la historia tenía que tener un fina predeterminado. Lo señalábamos aquí en la previa, porque convenía no creernos envestidos de gracia divina, y los chicos de Dzokic hicieron los deberes. La primera parte desveló a unos rojiblancos concienciados de no renunciar a los puntos de antemano, sin florituras alejadas del pertrechado 6:0, garantía de posibilitar opciones y al que el Caja 3 mordió desde el extremo, con un partido soberbio de Sorli y Cartón. Por cierto, balones bien circulados que encontraron malla al final de su camino, en un guión similar al del día de Anaitasuna, salvo el pequeño detalle del portero. En definitiva, llevábamos la iniciativa y a ello ayudaba una entonada defensa y un correspondido Malumbres, para firmar dos goles casi continuos de renta. No medraron pese a ello los porteños, dieron profundidad a su defensa, aprovecharon los fallos naranjas y un sibilino arbitraje respecto a cuando, tras una parada del portero, el balón es para el defensor o el atacante. Conclusión: Minuto 22, 11-10. Ni las exclusiones, hasta tres seguidas, pudieron con un Alser ratonero, que apuraba los pasivos e incluso si no llega a ser por un penalty fallado de Sifré, el marcador se habría ajustado aún más al final del primer compás (Min. 30, 15-13).
Ese afán de supervivencia de Puerto Sagunto, de quién se sabe con el agua al cuello, lo representó a la perfección Moya , dueño y señor de su juego. Curiosamente, fue esa tendencia su vida y su propia tumba, con el doloroso anticipo de la lesión de Muiña. Llegaron a empatar el partido (Min. 32, 15-15) y diez minutos después andaban cuatro abajo. Pesados, como si portaran el cielo sobre sus cabezas, romper el cerco apecho descubierto fue poco menos que una inmolación. Empezaron a correr, a intentar meter una velocidad que no existía y no lo hicieron por inconsciencia sino porque sabían que estaban en las últimas, que no había mas refresco ni más banquillo. El Caja 3 no lo pudo tener más a placer cuando vio que lo colocaban en su escenario preferido, y más con dos extremos en estado de gracia. Puerto Sagunto se hundió con ataques paupérrimos, lo que contribuyó a engordar la estadística ya buena de por si de Malumbres y los consiguientes contraataques. Ni siquiera con cuatro naranjas en cancha ni Sorrentino de jefe de filas repartiendo pelotas y enfilando la defensa, hubo remedio. La asfixia de Alser Puerto Sagunto era definitiva y su cielo un poco más negro. Tan negro que la cuesta arriba se hizo sangrante: Del 25-20 del minuto 49 al 31-22 al minuto 55.
Queda mucho por reflexionar a orillas del Mediterráneo y en el Ebro nos conformaremos con escribir algo similar a este compás lejos del abrigo del Felipe.
Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz.
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