La reencarnación de Pirro

Ganar son dos puntos, pero pueden ser muchas cosas más. Puede ser, por ejemplo, un average favorable o desfavorable, ese mismo concepto que una eliminatoria europea decide o no el paso a la siguiente ronda. O un puesto al final de la temporada. Puede ser también un cúmulo de sensaciones, o de despropósitos, que llenen las alforjas de moral para citas próximas y decisivas, o siembren de dudas las opciones de seguir un trazado victorioso. Es una paradoja, un reverso de ese triunfo incontestable en cuanto a su materialidad, casi amargo en cuanto a su trasfondo. En diez minutos, hemos procedido a hacer un butrón en el depósito de gasolina y la sombra de una victoria pírrica ha cogido una consistencia de la que ha sido imposible desligarnos. Ha cuajado en el equipo, en unos espectadores que asistían impávidos al paseo de domingo que estaban presenciando y, lo que es peor, ha asomado un panorama sombrío para el sábado. Es complicado pensar en este punto de llegada, vistos los primeros cuarenta y cinco minutos del partido, pero, ahora mismo, los dos puntos y el quinto puesto casi saben a sangre.

No acostumbro, ni quiero, ser crítico con los jugadores porque alguien que se deja la piel en un partido no tiene nada por lo que ser reclamado. Pero esa falta de tensión, casi de ganas, esos cuerpos inermes que iban y venían, junto con la defensa 3:3 del Ciudad Encantada que, pese a los que pueda parecer de acuerdo con el luminoso, en absolutamente ningún momento hemos sabido atacar, han acabado con la moral de casi cualquiera. No vale hablar de relajación y si cabe mirar al banquillo en busca de algún tipo de explicación, ya táctica, ya de advertencia en forma de levantar la voz. Tantas veces se ha hablado en estas líneas de sensaciones que, éstas, para Porec, son dañinas. También habrá que remar con nuestras propias penas.

Si he utilizado el término dañino ha sido porque es perfectamente comprensible en las coordenadas en las que se ha desarrollado el partido. Estábamos ante algo tan encarrilado que los pensamientos giraban en torno a la suerte de tener un partido tan importante en forma de liviandad, como recarga para el plano físico y el moral. O simplemente hacer experimentos transponiendo la plantilla que ha traído el Ciudad Encantada y su posible comparación con la del Porec (un buen portero, un buen tirador, extremos que no existen). Porque, que a nadie se le olvide, le faltaban los dos principales mimbres a los conquenses y Mendoza se ha lesionado nada más empezar el partido, a lo que se ha sumado un Paván que ha sumado muchos minutos en el banco en la primera parte debido a unas molestias. Dejemos, de todas formas, que los parciales hablen por si mismos, ya que historia, lo que se dice historia, no ha habido demasiada hasta que hemos decidido empentar todo lo hecho: min. 7 (5-0); min. 19 (11-2); min. 30 (15-8); min. 42 (22- 15); min. 49 (24- 15).

Mi propia libreta es testigo de lo poco o nada que ha ofrecido hasta ese momento el partido. El cuenca arriesgaba con una defensa 3:3 a la que sin embargo neutralizaba una paupérrimo ataque donde la única opción era un frustrado Paván. Las exclusiones en una defensa que exige un alto voltaje físico para llegar a tiempo y una defensa de alto nivel por parte del Caja 3 completaban lo que era una distancia insalvable. 15 minutos sin marcar un gol los visitantes dicen el resto. Así, con placidez, un poquito a la carrera, otro poquito atrás, no por querencia sino porque no hacia falta más, junto con la banda sonora de las quejas constantes y las malas maneras de Zupo y alguno de sus pupilos, lo más propicio era disfrutar del bocadillo de la cena. Ni el descanso cambió las tornas. Cuenca seguía con una defensa abierta, casi individual, a la que ahora se unía De Hita en el marco; sin embargo, las diferencias permanecían inalterables y eran los fallos y las imprecisiones, como muestra más fehaciente de las distensiones, las que gobernaban el partido.

Parece que, de acuerdo con el guión observado, lo normal es que el desparramado partido hubiese acabado así, entre seis y diez goles, y todos un poco más positivos a la par que contentos. El problema ha sido cuando, en los últimos diez minutos, sin casi darnos cuenta, ha adquirido el tono de sainete- entrenamiento: mofa en ataque, butaca en defensa, y en estas se ha visto el Ciudad Encantada que, como peor no lo podía hacer, tampoco le iba a decir que no a que le obsequiaran con un tiempo muerto de cinco minutos en el que, con un parcial de 0-5, ha enfilado sus posibilidades de recuperar el average. Así ha sido y, de repente, el ataque del Caja 3 ha exhibido, o nosotros hemos sido crudamente conscientes, todas sus miserias frente a una defensa abierta (circulación al bulto sin balón o tirar por eliminación). Mientras, Paván certificaba que en seis- siete metros sin oposición las mete hasta con tostada y Juanjo Fernández dejaba lienzos de buenas maneras. Con eso y algo de De Hita se han llevado el average. El resto, incluido su rival, se habían ido ya a la ducha hacia un rato. 27- 24 final (3-9 de parcial los últimos once minutos) y la desagradable urgencia de que hay jugadores que, o se recuperan para la causa en tres días, o que nadie se mese los cabellos el fin de semana.

Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz