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Foto ; José manuel de Buen (www.bmaragon.com)

Cuando un equipo se instala en la cotidianeidad, no existen ni el tiempo ni el espacio fuera de su propio mecanismo. No hay cansancio, no hay problemas, ni siquiera existen los árbitros o las malas formas que provoquen desestabilización. Ni siquiera masticados, repetitivos clichés que aluden al peligro que podía venir de Oriente en forma de materialismo y ateismo, el cual queda desdibujado por una inercia que construye día a día y que está consolidando la que puede ser, como hemos venido repitiendo, una temporada de órdago.

Hablábamos de lo que suponía este mes de Marzo, carrusel de penitencias, entre la Copa del Rey, la liga y la eliminatoria con los bielorrusos. Desde luego, las sensaciones tan positivas que hemos encontrado en este tránsito eclipsan otras valoraciones. El equipo tiene hambre y, de momento, no parece dispuesto a conformarse únicamente con un plato único. Quintos en liga después de derrotar al Torrevieja, digno papel en el fondo y en la forma en la Copa pese a que no se pasara la eliminatoria y, con las piernas cargadas pero el pecho a punto de salirse, esta tarde se ha finiquitado el gran trabajo, serio trabajo, de calidad en definitiva, que se había empezado la semana pasada en Brest.

Hemos derrotado al Meskhov Brest por 29- 25, haciendo buenos los dos goles que nos traíamos de la ida. En la cuneta queda un equipo de mucha calidad, lo que da una idea de lo conseguido. Aquí estarían entre los cinco primeros de la liga. No se han rendido en ningún momento, han remado con todo lo que tenían y, a excepción de los últimos cinco minutos, han tenido opciones hasta el final, purgando no tanto su derroche físico sino su impaciencia en determinados momentos claves y, ¿por qué no decirlo?, el recurso alzado de un todavía mejor y más intenso balonmano del que ellos practicaban por parte del Caja 3. Para muestra, los bloqueos de Val en la parte final del partido.

El partido ha tenido tintes de final a un solo partido, sin pretérito ni futuribles. En cierto modo, dos goles eran agua. Así, el calibre del encuentro ha sido de los enganchan a una afición que hoy ha respondido a lo grande, una tarde de esas europeas a las que tan mal acostumbrado nos tienen los naranjas. El rival no desentonaba sino que reforzaba esta situación. En la primera parte, hemos obtenido las primeras ventajas a partir del minuto 15, después de tanteadores igualados, incluso con ventajas de los bielorrusos. Sin embargo, no hemos sido capaces de asestar un golpe que moralmente se antojaría durísimo si la diferencia se hubiera ido más allá de los tres goles que marcaba el descanso (13- 10).

El Meskhov Brest sabía a lo que jugaba. Circulaciones con el balón transitando a gran velocidad que en ningún momento perdían de vista a Gromyko, al que hoy nos ha costado sangre, sudor y lágrimas ponerle coto a sus kilómetros en los seis metros. Dos contra dos y los “jugones” Novickis y Kirylenko que aprovechaban para armar rápidamente el brazo o jugar con el pivote según vinieran dadas. Sin embargo, Malumbres mantenía un buen nivel medio que permitía al Caja 3 desperezarse a ratos y en estático aprovechar todo el juego que generaba Vigo y unos laterales, Maqueda y Grebenar, que hoy han estado de sobresaliente, tanto asistiendo como tirando. En conclusión, un pasito por delante de los bielorrusos.

Claro, un pasito es un diminutivo y los amigos de blanco hoy iban a morir matando, o a matar muriendo, que no es lo mismo. Al paso por los vestuarios, han salido enchufados y su corriente circulaba mediante una defensa durísima, que buscaba sin esperar a nada el contacto sin concesiones con los naranjas. La camiseta de Javí García es testigo fiable de ellos. Han empatado el partido y han encendido las alarmas para que Ortega pidiera un tiempo muerto en el 38. Con los nervios intactos a pie de pista y más a flor de piel en la grada, el Caja 3 ha seguido erguido, sacando petróleo sino de Masachs, de Maqueda, y la situación se ha clarificado un tanto cuando los árbitros han empezado a dejar de ignorar la merienda de negros en la que se estaba convirtiendo la defensa del Brest, sobre todo en relación a nuestro pivote. Éste, mas liberado, ha contribuido, como a menudo, a hacer las cosas mucho más fáciles en el ataque estático, a abrir la puerta en definitiva. Los nervios también han atenazado a un Meskhov que no ha sido capaz, por errores no forzados normamente, de superar el rebufo pese a ir gran parte de los últimos veinte minutos del partido emparejados con los locales.

El tiempo corría, en Caja 3 miraba de reojo al electrónico para jugar también con lo minutos, y los bielorrusos fenecían sus constantes vitales a seis minutos del final en los pies de una defensa zaragozana que también decidía dar un paso adelante. No estaba dispuesto el Caja 3 a que le hurtaran su pase a las semifinales y, con Pablo bajo palos y una tanda de exclusiones por ambos bandos, el espectáculo albergaba sus últimos compases ante un Brest rendido a la evidencia de no ser él el protagonista, pese a su insistencia. Capitulados los bielorrusos y su resistencia activa, la diferencia final se iba a los cuatro goles en unos últimos cinco minutos a la altura de lo que se le pedían, no en cuanto a nervios sino a festejos. Solo quedaba la noche de bodas y la impaciencia de ver quién espera en semifinales a unos tios, que aparte de ser buenos, están crecidos.

 

Fdo..: Álvaro Lombardo Sáenz.