De los árbitros podemos
hablar, de cómo han manejado el rasero en acciones concretas (gol de Camas, exclusión clamorosa de Balic por hacer la ayuda por dentro) y
en los últimos minutos han dado carta blanca a una defensa rojiblanca que ya
había ganado en profundidad en la segunda mitad (¿para cuándo elevan a Javier García Rubio al santoral?). Del Atlético podemos hablar, más bien de Sabanovic y de Cañellas, porque sin ambos no habría tenido remisión el visitante.
Pero, no. Hoy hemos perdido nosotros un partido que ganábamos de cinco cuando
quedaban seis minutos (min. 54; 23- 18).
Aplomo, picardía en los instantes finales, encogimiento general... una sucesión
de minutos trágicos donde el Balonmano
Aragón no ha encontrado su héroe que culminase este día marcado y obligase
al Atlético a pensárselo dos veces,
consciente de que, piscina vacía o no, tenía todo perdido.
Antes de ese carrusel donde
no caben las medias tintas, el partido del Balonmano
Aragón había sido de sobresaliente cum laude. Defensivamente, perfecto.
Ayudas, contactos, piernas exponenciales y un portero atrás respondiendo al
reto que planteaba su defensa. En ataque, capacidad de generar diferentes
alternativas según quién llevase la manija. El ímpetu de un Casanova de vuelta, aún más básico en
el centro de la defensa, y la pizarra permanente de Vigo. Ambos, por cierto, con capacidad de lanzamiento cuando
nuestros laterales se ausentan, con paciencia para acabar abriendo los huecos y
contactar así con los extremos desdoblados o con el mejor pivote ofensivo de la
liga, excepción hecha de Noddesbo y Aguinagalde. Vamos, balonmano del
bueno, del que nunca queremos que se vaya. Frente a eso, el Atlético ha sido en casi todo el
partido un equipo que hacía la goma, que se sentía, y era, inferior.
Porque, exceptuando las idas
y venidas del principio, donde del intercambio de errores hemos salido por
detrás (min. 13; 3- 6), el Atlético nunca ha podido. Sabanovic sacaba piernas y brazos pero
la acumulación de Vigo y Lozano, junto con la velocidad de la
luz de Dujshebaev al salir de las
fintas y la inspiración de Kappelin
acababa por apoderarse del Atlético.
Las exclusiones eran la muestra más fehaciente de que el Atlético no llegaba, al igual que el antaño genio Balic. Al descanso, 10-10, realidad, no sueño, en vena. Y
si el Atlético ganaba en
profundidad, como hemos dicho, en sus carnes defensivas, Kappelin lo hacía para ocupar un sitio en el Olimpo de las porterías. Tanto era así que, combinado con los
arreones naranjas en ataque, se empezaba a descoser el Atlético (min. 42; 18-14).
No era para creérselo, sino para ser fiel a la lógica de lo que estábamos
viendo. El gladiador seguntino, sin embargo, caía lesionado, un mal presagio
para el Aragón que aprovechaba Cañellas para hacernos un parcial de 0-3. Minucias. En el 49 volvíamos al punto de partida (23- 18).
Tal vez, a partir de aquí,
el Balonmano Aragón ha jugado
demasiado con el reloj. Motivos tenía. Tal vez las pilas estaban fundidas.
Puede. También el Atlético sigue
siendo un señor equipo. Lo hemos rozado después de vernos superados los últimos
cinco minutos de manera demasiado ruidosa, sobre todo con un ataque maniatado y
una defensa que ha echado en falta a Casanova.
Mañana el punto nos sabrá a gloria pero ahora hay que destacar como, cuando
todo es adverso, cuando todo es mentira, cuando todos son unos ladrones, cuando
el reloj se para, quedan los valores, la gente íntegra. Y de eso el deporte
enseña mucho.
Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz.