Foto : S.C.D.R. Anaitasuna
Hablamos de rivalidad con Huesca. También con Logroño. Pero, ¿y con Pamplona? Mal
entendida por algunos pero existente, parece haberse traducido en forma de
maldición permanente en el currículo del Balonmano
Aragón, que hoy ha perdido por tercera vez (30- 29) consecutiva contra el Helvetia
Anaitasuna. La Catedral, inflada de presión e intensidad, ha acabado
sepultando, con colaboración, a unos naranjas que no han sabido sentenciar el
partido cuando lo han tenido a su merced. Nos hemos abocado a la ruleta rusa de
los últimos diez minutos y ahí los curiosos criterios compensatorios (es decir,
multiplicar supuestos errores por dos) de los colegiados han orientado el signo
definitivo del partido en una determinada dirección.
Sin embargo, sería
incorrecto no citar que el Aragón
había decidido ponerse por si sólo las cosas complicadas desde el principio.
Era una comparación hiriente ver ambas defensas durante los diez primeros
minutos: unos dormían y otros eran leones. Así el 7- 1 del minuto 6 era
impepinable. Era imposible hacerlo peor y ponerle aún más en bandeja la línea
de los seis metros a ese pedazo de pivote- correcaminos que es Reig. De hecho, por los pivotes había
de llegar la reacción y mientras Etxaburu
sentaba a Reig Ortega daba entrada a Javi
García. Aún iba a costar ajustar una defensa ahora empeñada en defender al
pivote y consecuentemente martilleada desde la primera línea pero, iluminados
por García y su órbita infinita,
fuente de penaltys, giros y problemas para la defensa rival, el muerto resucitaba
con Dujshebaev de ejecutor en los
siete metros (12- 10; min. 19). Novelle era quién tiraba ahora del Anaitasuna pero el Aragón había superado definitivamente su coma y crecía hasta dejar
al descanso un solo gol de ventaja a los navarros (18- 17).
Quedaba, vista la altura por
donde se movía el marcador, cerrar la puerta en la segunda parte. Así ha sido. Kappelin paraba, la defensa demostraba
aplomo y dinamismo a partes iguales y el bajón era para un Anaitasuna desorientado. El 21-
25 en el minuto 44 ha sido la
última frontera del Balonmano Aragón.
Dos contraataques clamorosos errados y una exclusión subsiguiente impedían una
diferencia importante con la que gestionar, si de un equipo superior se trata,
la recta final del encuentro. Anaitasuna
se sentía vivo, volvía a apretar los dientes y las clavijas en defensa, Nadoveza impartía magisterio y así,
remando, el partido volvía a sus orígenes (min.
54; 27- 27) con una salvedad: la inercia, y el pabellón, era propiedad
local.
De todas formas, quedaba un
componente por aparecer. El arbitraje había permitido contactos en los dos
lados, mostrando un rasero poco punitivo. Novelle
era expulsado en el 47 por dedicarle
al árbitro algún tipo de obsequio verbal. Era el minuto 58 y medio y el partido transcurría empatado a 29 mientras atacaba Anaitasuna. En un lance sin apariencia
de nada que no fuese un golpe franco, los árbitros paran el partido, se
consultan el uno al otro y descalifican directamente a Molina, que estaba defendiendo en el centro. Todo lo demás ha ido seguido:
en inferioridad hasta el final del partido, ataque de más de un minuto de los
locales sin amenaza de pasivo y con un tiempo muerto de por medio que se ha
tragado seis o siete segundos hasta que se ha parado el reloj, un par de
fijaciones de Borragán en su
lateral, digamos que impetuosas, pasadas por alto y el gol final de Nadoveza. Aún quedaba otra picardía de Martínez para retrasar el saque de
centro, el retraso del reloj de 29:57
a 29:54 como (falsa) compensación de
la acción anterior y un gol de Sorli
fuera de tiempo. Queda el consuelo de que en esta última acción sí que han
acertado.
En definitiva, más cerca que
nunca de lograr los dos puntos frente a este duro y bien trabajado Anaitasuna, un rival directo que nos
adelanta. Salir diez minutos tarde a jugar y no matar los partidos delatan
nuestro “debe” pero, ciertamente, la verbena de ese último minuto y medio, a la
que no hay que catalogar como razón unívoca de la derrota en ningún caso,
debería servir de reflexión sobre, precisamente, cómo evitar criterios y
situaciones tan poco provechosas para nadie. Hoy le ha tocado al Aragón, otro día el capricho tendrá
otro destinatario.
Fdo.: Álvaro Lombardo Sáenz.