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domingo, 1 de noviembre de 2015

Limitados

Foto : Nuria Soler (www.elperiodicodearagon.com)

La previa tenía aire de ser jugosa. El Ciudad Encantada venía sin sus dos porteros y el Aragón, después de haber encadenado dos triunfos seguidos, parecía tener al alcance de su mano un tercero que le diera un definitivo poso de cara a las jornadas venideras. Cuatro paradas de cuatro lanzamientos para el juvenil Casas debería haber sido un buen antídoto para esa supuesta complacencia. Finalmente, han hecho falta minutos, alrededor de cincuenta, para comprobar que el repertorio del que se dispone hace ilusoria cualquier supuesta facilidad.

Desde luego, el Ciudad Encantada va a ser compañero de bajos fondos, de ahí que la derrota de esta mañana (28-32) haya sido más picajosa. La manera elegida para hacerlo ofrece serias dudas sobre el carácter del Aragón. Precisamente tener carácter es una virtud muy necesaria cuando, por motivos deportivos, debes recurrir a dosis de empuje, garra y voluntad infinita. Cuando el partido ha marcado el tiempo de las verdades (min 43; 19-19), el Aragón se ha diluido, se ha empequeñecido, se ha mostrado como un equipo vulgarizado. No es una cuestión de balonmano, pues de eso ninguno ha puesto demasiado en todo el partido, es una cuestión de idea o de ideas. Si es una sola, se cree en ella y se va hasta el final. Sin adornos innecesarios pero con mucha mala ostia. Si son varias, se gestionan, se proponen o se utilizan según el caso; se acierta o se yerra. En lo que respecta a los azules, ni una cosa ni otra. Una performance tan innecesaria como vana a la que el Ciudad Encantada le ha hecho un alicatado de simple garra. Ya saben, una idea. Tan sólo una idea. En el minuto 55 (24-27), el destrozo ya llevaba unos minutos hechos.

Y eso que en la primera parte, maldito espejismo, pudo el partido romperse un par de veces a favor de los locales (min. 16; 8-6). No supo el Aragón hacerlo, la mayoría de ocasiones por errores no forzados. Pero parecía evidente que la jerarquía era azul en medio de una cochambrosa defensa conquense, cuyo centro era un sitio ideal para tomar un café mañanero. Así lo leyeron Lancina y Demetrio. Así de fácil. Sólo el turiasonense Tolmos, jaleado por una grada amiga, amagaba y daba desde nueve metros. También sólo con eso el Ciudad Encantada cerró el primer tiempo en el partido (15-14).

La segunda parte no se atrevió a mejorar lo visto hasta el momento. Por un momento, pudimos imaginar un final igualado, de infarto, de últimas pelotas que pesan por un instante más de lo debido. Un mano a mano entre dos escapados que no hacen más que mirar el retrovisor. A lo que el Ciudad Encantada buscó el siguiente relevo, el Aragón ya había entregado la cuchara. Tuvo tiempo, pues, de levantar las manos y enseñar el maillot, para regusto de sus incondicionales. Un par de datos: El parcial de 0-3 que ha puesto definitivamente por delante a los visitantes ha tenido exacta correspondencia en el número de blocajes recibidos por Demetrio en esas mismas jugadas; dos latigazos, muñeca mediante, de Ponciano han encontrado la malla sin que nadie pudiera hacer su par, Fuentes.

Aún pareció que el experimento con Cartón podía funcionar, poniéndonos a un gol (21-22 en el minuto 50), pero sólo ha sido un mímesis de lo acontecido frente a Guadalajara. Lógicamente, con un final menos rebuscado. Extrañamente, ya a aquellas alturas del tinglado, Lancina hacía tiempo que no ingresaba en el partido, supongo que por las únicas razones que pueden ser, físicas. El correcalles final sólo ha servido para hacer más visible una pésima gestión de los últimos quince minutos, donde ni la cabeza ni las piernas, siquiera el alma, han acudido para poder discutir los dos puntos. Escasas rotaciones, fuelle condicionado, evidencias palpables sobre las dificultades defensivas de algunos jugadores (y el empeño en insistir en ello) y, tal vez lo más preocupante, una absoluta falta de balonmano cuando los conquenses han salido de la cueva para dificultar los lanzamientos de nuestros laterales. En medio del marasmo y sin segunda línea a la vista, el equipo ha acabado colapsando.

Es posible que un partido entresemana no haya ayudado. No obstante, parece más evidente que esto es lo que hay. Así que, explotemos ese idea, pero con la convicción del que se sabe condenado. La convicción del que con el último que negociaría es consigo mismo. Solamente desde ese punto de partida, podremos discutir, sin estar perdiendo el tiempo, sobre qué defensa utilizar o a quién rotar.




Fdo.: Álvaro Lombardo Sáez

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