Las pachangas, para el verano

Hoy lo reflejaba a la perfección Pablo Hernández en el Heraldo. “Hablamos mejor la próxima semana. Ahora tenemos que estar centrados en el derbi, en ganar el último partido y acabar como mejor podamos la temporada”. A estas alturas, resulta difícil hablar del partido del sábado en Huesca sin hacer referencia alguna a todo lo que esta girando alrededor del club en estas últimas semanas. Sin embargo, a riesgo de transmitir unas ideas cojas y ambivalentes respecto a la realidad, sería conveniente practicar esa actividad definida como “echar al olvido”, durante sesenta minutos tan sólo, para buscar los dos puntos que rieguen con algo de azúcar este tramo final.

Verdaderamente, cuando uno se viste de corto sólo suele ver un rival enfrente al que hay que derrotar en una lícita lucha. El deporte funciona con esas reglas de flotación de los problemas. Un pequeño calmante el cual se ve multiplicado al tomarla forma de un derbi regional contra los vecinos oscenses que, por si fuera poco, también han aprobado su respectiva temporada al alcanzar la salvación, objetivo fundamental de su planificación. ¿Una fiesta? A buen seguro, con buen ambiente, esperemos, y un partido que, no por no tener nada en juego, debería ser una exposición floral o un guateque.

Porque, realmente, en lo que respecta a nosotros, con la mejor clasificación de la historia de Asobal conseguida, la racha final de esta liga no está siendo precisamente la mejor. Tres derrotas seguidas que no deberían dejar un mal regusto del año, insistiendo precisamente en su solución más pausible que, de paso, sería uno de los regalos más adecuados a quiénes se licencia en el servicio de los colores naranjas. Todo pasa por asaltar el Municipal de la capital oscense y todo indica también que la misión antoja complicada. Balonmano Huesca es un equipo muy bien construido alrededor de la pericia de José Nolasco, el cual, hasta en los momentos más cuesta arriba, ha sabido confiar en sus jugadores. En el tramo decisivo de la temporada, ellos le han devuelto la moneda. Están en Asobal otro año más y quieren cerrarlo a lo grande.

En el bando zaragozano, van a jugar juntas muchas, y encontradas, sensaciones. Aquí ha habido un esfuerzo por sintetizar únicamente las deportivas, la última baza competitiva. La inquietud dispone de muchas prerrogativas y, si bien sería de ilusos pretender que esto fuese una balsa de aceite, no está de más recordar que el silencio es un arma de doble filo. Cuando todo va bien, es sinónimo de trabajo serio; al cambiar las tornas, crece con los decibelios ausentes la percepción de que algo va mal. O incluso peor. Ese mismo silencio, dueño de ciertas esferas, será el que rompamos el sábado al reconocer a catorce señores y un cuerpo técnico su temporada brillante, pese a todo.

Fdo.: Álvaro Lomabardo Sáenz.